sábado, 12 de junio de 2010

Letanias al Sagrado Corazo de Jesus.


-Señor, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

-Cristo, ten piedad de nosotros.

-Cristo, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

-Cristo, óyenos.

-Cristo, óyenos.

-Cristo, escúchanos.

-Cristo, escúchanos.

-Dios, Padre Celestial,

* se responde Ten Piedad de nosotros.

-Dios Hijo, Redentor del mundo,
-Dios, Espíritu Santo,
-Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,
-Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,
-Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,
-Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios,
-Corazón de Jesús, de infinita majestad,
-Corazón de Jesús, templo santo de Dios,
-Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,
-Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,
-Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad,
-Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor,
-Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
-Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes,
-Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
-Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
-Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia,
-Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad,
-Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,
-Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido,
-Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados,
-Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia,
-Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan,
-Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,
-Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
-Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
-Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,
-Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
-Corazón de Jesús, traspasado por una lanza,
-Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
-Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
-Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
-Corazón de Jesús, víctima por los pecadores,
-Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan,
-Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren,
-Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Perdónanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Óyenos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Ten piedad de nosotros.

-Jesús, manso y humilde de Corazón,

Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oración
Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

Sagrado Corazon de Jesus Promesas.


a difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."

He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:


1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

2. Pondré paz en sus familias.

9. Les consolaré en sus penas.

4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.

8. Las almas tibias se volverán fervorosas.

9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.

12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.

Las condiciones para ganar esta gracia son tres:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

Oración para después
de cada una de las comuniones
de los nueve primeros viernes

Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Jaculatoria. Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.

Oración para después
de cada una de las comuniones
de los nueve primeros viernes

Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Jaculatoria. Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.

Inmaculado Corazon de Maria Oraciones.


Inmaculado Corazon de Maria proteje a tu pueblo fiel de las asechanzas del maligno, expulsa a las fuerzas del mal que rondan nuestra patria como leon rugiente, aplasta a la serpiente satanica con tus divinos pies, para que Reine en nuestra Patria el Sagrado Corazon de Jesus. Por el Reinado social de nuestro Señor Jesucristo Jose LUis Ventrice.

PLEGARIA DE CONFIANZA

[Estampa del Sagrado Corazón de María]¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio. mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llegue a mi alma, ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!

Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!

En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía.

Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla. y entonces; ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

Estas gracias espero alcanzar de Vos, Oh Corazón amantísimo de mi Madre a fin de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.

A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN

Corazón de María, perfecta imagen del Corazón de Jesús, haced que nuestros corazones sean semejantes a los vuestros. Amén.

__________

AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
PARA PEDIR UN FAVOR

¡Corazón inmaculado de María!, desbordante de amor a Dios y a la humanidad,
y de compasión por los pecadores, me consagro enteramente a ti. Te confío la salvación de mi alma.

Que mi corazón esté siempre unido al tuyo, para que me separe del pecado,
ame mas a Dios y al prójimo y alcance la vida eterna juntamente con aquellos que amo.

Medianera de todas las gracias, y Madre de misericordia, recuerda el tesoro infinito que tu divino Hijo ha merecido con sus sufrimientos y que nos confió a nosotros sus hijos.

Llenos de confianza en tu maternal corazón, que venero y amo, acudo a ti en mis apremiantes necesidades. Por los méritos de tu amable e inmaculado Corazón y por amor al Sagrado Corazón de Jesús, obténme la gracia que pido (mencionar aquí el favor que se desea)

Madre amadísima, si lo que pido no fuere conforme a la voluntad de Dios,
intercede para que se conceda lo que sea para la mayor gloria de Dios y el bien de mi alma. Que yo experimente la bondad maternal de tu corazón
y el poder su pureza intercediendo ante Jesús ahora en mi vida y en la hora de mi muerte. Amén.

Corazón de María, perfecta imagen del corazón de Jesús, haced que nuestros corazones sean semejantes a los vuestros. Amén.

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ORACIÓN EN HONOR AL
INMACULADO CORAZÓN DE MARIA

1. Amabilísimo Corazón de María, que ardéis continuamente en vivas llamas de amor divino; por él os suplico, Madre mía amorosísima, abraséis mi tibio corazón en ese divino fuego en que estáis toda inflamada. Avemaría y Gloria.

2. Purísimo Corazón de María, de quien brota la hermosa azucena de virginal pureza. Por ella os pido, Madre mía inmaculada, purifiquéis mi impuro corazón, infundiendo en él la pureza y castidad. Avemaría y Gloria.

3. Afligidísimo Corazón de María, traspasado con la espada de dolor por la pasión y muerte de vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas que de continuo se hacen a su Divina Majestad; dignaos, Madre mía dolorida, penetrar mi duro corazón con un vivo dolor de mis pecados y con el más amargo sentimiento de los ultrajes e injurias que está recibiendo de los pecadores el Divino Corazón de mi adorable Redentor. Avemaría y Gloria.

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!


1. La devoción al Corazón de María se debe a San Juan Eudes (s. XVII) quién lo unía al del Corazón de Jesús. Esta vinculación fue también apoyada por Santa Margarita de Alacoque y mas tarde, por el Pío XII quién enseña que "para sacar más abundantes frutos del culto al Corazón de Jesús, los fieles han de unirlo a la devoción al Inmaculado Corazón". (Haurietis Aquas). El Corazón de María se representa con tres símbolos, que significan: las llamas, su amor; el lirio, su pureza y la espada, su sufrimiento por amor a nosotros. Además de esta sección dedicada al Sagrado Corazón de María hay otra dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús. [Volver]

jueves, 10 de junio de 2010

Sagrado Corazon de Jesus.


Sagrado Corazón de Jesús, a Ti encomiendo toda mi vida,
Sagrado Corazón de Jesús, a Ti clamo justicia,
Sagrado Corazón de Jesús, a Ti pido misericordia,
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti deposito toda mi confianza,
Sagrado Corazón de Jesús, amor que no defraudas,
Sagrado Corazón de Jesús, perdona mis faltas,
Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de los moribundos,
Sagrado Corazón de Jesús, salvación de los justos y refugio de los pecadores,
Sagrado Corazón de Jesús, consuelo de los afligidos,
Sagrado Corazón de Jesús, deseo que reines en mi vida,
Sagrado Corazón de Jesús, deseo que reines en mi familia,
Sagrado Corazón de Jesús, deseo que reines en mi trabajo,
Sagrado Corazón de Jesús, deseo que reines en mi Patria,
Sagrado Corazón de Jesús, deseo que reines en el mundo,
Sagrado Corazón de Jesús, reina en tu Iglesia ya,
Sagrado Corazón de Jesús, espereranza de los humildes,
Sagrado Corazón de Jesús, bálsamo de paz,
Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de las animas del Purgatorio,
Sagrado Corazón de Jesús, gozo de la Iglesia Triunfante,
Sagrado Corazón de Jesús, esperanza de la Iglesia Purgante,
Sagrado Corazón de Jesús, refugio de la Iglesia Militante,
Sagrado Corazón de Jesús, ejemplo del Buen Pastor,
Sagrado Corazón de Jesús, protege a tus consagrados,
Sagrado Corazón de Jesús, ilumina a los sacerdotes, religiosos y religiosas,
Sagrado Corazón de Jesús, perdona nuestra faltas,
Sagrado Corazón de Jesús, piedad por nuestras blasfemias,
Sagrado Corazón de Jesús, perdón por nuestra falta de fe,
Sagrado Corazón de Jesús, piedad por nuestras omisiones,
Sagrado Corazón de Jesús, perdón por nuestra falta de caridad,
Sagrado Corazón de Jesús, piedad por nuestros malos pensamientos,
Sagrado Corazón de Jesús, perdón por nuestra falta de esperanza,
Sagrado Corazón de Jesús, piedad por nuestra maledicencia,
Sagrado Corazón de Jesús, piedad por nuestros malos deseos,
Sagrado Corazón de Jesús, perdón por todos nuestros pecados,
Sagrado Corazón de Jesús, refugio del pecador,
Sagrado Corazón de Jesús, acuerdate de contarnos entre tus elegidos en la hora de nuestra muerte,
Sagrado Corazón de Jesús, ten misericrdia de nuestras faltas,
Sagrado Corazón de Jesús, perdona nuestra tibieza,
Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de nuestras debilidades,
Sagrado Corazón de Jesús, otorganos templanza,
Sagrado Corazón de Jesús, otorganos temor de Dios,
Sagrado Corazón de Jesús, otorganos sabiduría,
Sagrado Corazón de Jesús, haznos justicia, danos justicia y haznos justos.
Sagrado Corazón de Jesús, danos fortaleza para seguirte y serte fieles hasta el fin,
Sagrado Corazón de Jesús, danos valentia para resistir al maligno enemigo,
Sagrado Corazón de Jesús, danos la fuerza para se luz en en la tinieblas,
Sagrado Corazón de Jesús, se nuestro escudo y nuestra lanza en el combate con el maligno,
Sagrado Corazón de Jesús, se nuestra esperanza,
Sagrado Corazón de Jesús, se nuetro guia,
Sagrado Corazón de Jesús, protege a la Santa madre Iglesia,
Sagrado Corazón de Jesús, danos coraje para combatir a los enemigos de la fe y si es necesario ser mártires solo por Tu causa, y por Tu Reino.
Sagrado Corazón de Jesús, que venga Tu Reino,
Sagrado Corazón de Jesús, proteje a nuestro Papa Benedicto XVI, de todos sus enemigos y dale la fuerza y el coraje para restaurar la gloria de Tu Iglesia y la dignidad a la Santa Liturgia.
Sagrado Corazón de Jesús, bandera de la Tradición Católica, no nos dejes hechados a la suerte, protegenos y haz triunfar nuestra causa para la Mayor Gloria de Dios.
Sagrado Corazón de Jesús, a ti encomiendo a mis buenos sacerdotes, a los buenos religiosos, a las piadosas y santas vírgenes religiosas tus espozas, al pueblo de Dios, a mis familiares, vivos, a mis famiares difuntos, a mis amigos vivos y difuntos, a mis hermanos en la fe, también te pido contrición de corazón para perdonar a mis enemigos y rogar tambien por ellos.
Sagrado Corazón de Jesús, por la conversión de aquellos que no creen, por la conversión de los tibios, de los deístas, de los ateos, de los infieles y de los herejes.
Sagrado Corazón de Jesús, te pido especialmente que me guardes a mi, a mis seres queridos, a mis amigos, a mis sacerdotes, a mis hermanos en la fe, de todo peligro, de todo pecado y nos premies a todos con la vida Eterna en la Gloria del Paraíso, cantando por siempre eternamente con la Santísima Virgen María, San José, San Miguel, todos los ejercitos Celestes, los Santos y Santas, Gloria al Padre, Al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos, amen.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti deposito toda mi confianza,
Inmaculado Corazón de María, en vuestros pies Madre Santa deposito todas las obras buenas que he realizado y a vuestros pies imploro intercedáis por mi ante el Trono de Dios en el día del Juicio.
Por José Luis Ventrice. Ad Maior Dei Gloria.

En este tu día mi Señor, te pido especialmente por mi Tía Delia Felices, por las almas de mis queridos difuntos y la de los familiares difuntos de mis amigos, por las animas del purgatorio.
Especialmente te pido por la conversión de mis hermanos, por mi familia para que sea santa en un mundo corrupto por el hombre y nuestro eterno enemigo, que me libres de malos deseos y tentaciones, que me libres de todo pecado a mi y a todos los que me rodean. Dios ten misericordia de todos nosotros tus hijos pecadores.

CORONILLA DE DESAGRAVIOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS SACRAMENTADO




Por todos los agravios que Tu Sagrado corazon recibe y el Inmaculado Corazon de Maria sufre como Madre, por nuestros pecados que ofenden a dios y claman al cielo, por los malos pastores, por las desobediencias a la verdadera y sana Doctrina, te ofrecemos esta Coronilla en desagravio. Señor Dios nuestro. Jose Luis Ventrice.

CORONILLA DE DESAGRAVIOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS SACRAMENTADO

Señor abre mis labios
R: Y mi boca proclamará tu alabanza
V: Dios mío ven en mi auxilio
R: Señor date prisa en socorrerme
V: Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
R: Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos amén.


OFRECIMIENTO


¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Traspasados de pena y dolor, al verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás que se cometen en todo el mundo, representados en esas señales de llagas, cruz y espinas, consagramos a tu amor y en desagravio esta corona de alabanzas, Acéptala, Jesús mío, en unión de todas las alabanzas con que te han glorificado y actualmente te glorifican los santo y justos del cielo y tierra. Amén.


I


¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Nos pesa en el alma el verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás con los que te han ofendido y actualmente te ofenden los pecadores en toda Europa.

En reparación de ellos, uniendo nuestros tibios afectos con los ardentísimos de tu Madre María Santísima, te consagramos la primera parte de tu corana, con un desagravio y diez alabanzas.

V: Viva Jesús
R: Muera el pecado (Una vez)
V: Sea por siempre alabado.
R: El corazón de Jesús Sacramentado (Diez veces)
V: ¡Oh Corazón puro! Haz, te rogamos.
R: Que ninguno viva ni muera en pecado (Una vez)



II


¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Nos pesa en el alma el verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás con los que te han ofendido y actualmente de ofenden los pecadores de toda Asia..

En reparación de ellos, uniendo nuestros tibios afectos con los ardentísimos de los nueve coros de los ángeles, te consagramos la segunda parte de tu corona, con un desagravio y diez alabanzas.

V: Viva Jesús
R: Muera el pecado (Una vez)
V: Sea por siempre alabado.
R: El corazón de Jesús Sacramentado (Diez veces)
V: ¡Oh Corazón puro! Haz, te rogamos.
R: Que ninguno viva ni muera en pecado (Una vez)


III


¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Nos pesa en el alma el verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás con los que te han ofendido y actualmente de ofenden los pecadores de toda el África.

En reparación de ellos, uniendo nuestros tibios afectos con los ardentísimos de todos los Santos Apóstoles y Mártires del cielo, te consagramos la tercera parte de tu corona, con un desagravio y diez alabanzas.

V: Viva Jesús
R: Muera el pecado (Una vez)
V: Sea por siempre alabado.
R: El corazón de Jesús Sacramentado (Diez veces)
V: ¡Oh Corazón puro! Haz, te rogamos.
R: Que ninguno viva ni muera en pecado (Una vez)


IV


¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Nos pesa en el alma el verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás con los que te han ofendido y actualmente de ofenden los pecadores de toda América.

En reparación de ellos, uniendo nuestros tibios afectos con los ardentísimos de todos los Confesores y Santas vírgenes del cielo, te consagramos la cuarta parte de tu corona, con un desagravio y diez alabanzas.

V: Viva Jesús
R: Muera el pecado (Una vez)
V: Sea por siempre alabado.
R: El corazón de Jesús Sacramentado (Diez veces)
V: ¡Oh Corazón puro! Haz, te rogamos.
R: Que ninguno viva ni muera en pecado (Una vez)


V


¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Nos pesa en el alma el verte tan injuriado por nuestros pecados y por los demás con los que te han ofendido y actualmente de ofenden los pecadores de toda Oceanía.

En reparación de ellos, uniendo nuestros tibios afectos con los ardentísimos de todos los Santos del cielo y de tus devotos en la tierra, te consagramos la quinta parte de tu corona, con un desagravio y diez alabanzas.

V: Viva Jesús
R: Muera el pecado (Una vez)
V: Sea por siempre alabado.
R: El corazón de Jesús Sacramentado (Diez veces)
V: ¡Oh Corazón puro! Haz, te rogamos.
R: Que ninguno viva ni muera en pecado (Una vez)

Rey de todas las criaturas y vencedor soberano de todos los agravios con que te tienen injuriado. Reina, Corazón gloriosísimo, y triunfa en todos los corazones, voluntades y afectos de tus criaturas, en las cuales y por las cuales queremos y anhelamos con todo el corazón que seas por siempre glorificado. Amén.


ALABANZAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Del olvido e ingratitud de los hombres… …
Del abandono que te dejan en el Santísimo Sacramento…
De las blasfemias que se profieren contra Ti…
De los sacrilegios con que se ultraja tu Sacramento de Amor…
De las irreverencias cometidas en tu presencia…
De la frialdad en que viven la mayor parte de tus hijos…
Del desdén con que oyen tus llamamientos amorosos…
De nuestras propias infidelidades…
De nuestra tibieza en amarte…
Jesús Divino, dígnate recibir el pequeño tributo de nuestros consuelos y que tu amor reine en nuestros corazones, por los siglos…
(Tres Gloria al Padre…)

PRECES POR LOS SACERDOTES

Señor, para celar tu honra y gloria…
Señor, para aumentar nuestra fe…
Señor, para sostener tu Iglesia…
Señor, para predicar tu Doctrina…
Señor, para defender tu Causa…
Señor, para contrarrestar el Error…
Señor, para aniquilar las Sectas…
Señor, para sostener la Verdad…
Señor, para dirigir nuestras Almas…
Señor, para mejorar las Costumbres…
Señor, para desterrar los Vicios…
Señor, para iluminar al Mundo…
Señor, para enseñar las riquezas de tu Corazón…
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo…
Señor, para celar la honra y Gloria de tu Madre Santísima la Virgen María…
Señor, para que todos tus ministros sean la luz del mundo y la sal de la Tierra.
(Con las debidas licencias.)

Bendito sea Jesus Sacramentado.

Perdon Señor por todos nuestros pecados.

Suplica al Sagrado Corazon de Jesus en el Sagrario




Antes de alejarme de este Santo Sagrario quiero, oh Jesús mío, recurrir a las riquezas infinitas de Tu Corazón divino.
Consagrado a Tu amor, creo que no puedo pedir nada mejor que la satisfacción de Tus mismos deseos. Son estos, Tus deseos divinos, los que quiero presentar al Padre antes de terminar este tiempo de gracias y en Tu nombre suplicar que los escuche.
El primer deseo de Jesús es la salvación de las almas; redimir al mundo mediante el amor, establecer el Reino del Amor Infinito en toda la tierra.
Permite pues, oh Jesús, que exprese mi ardiente voto de que se establezca en todo el mundo el Reino de Tu Amor. Oh Amor Infinito, viviente en el Divino Corazón de Jesús, hazte conocer de los hombres a fin de que ellos Te amen como Tú quieres ser amado.
El segundo deseo de Jesús es el de servirse, para este gran trabajo, de los Sacerdotes; hacer de ellos obreros activos y, por su intermedio, obrar en las almas y en el mundo.
Oh Jesús, Sacerdote eterno y Salvador del mundo, para rea-lizar este ardiente deseo de Tu Corazón, multiplica las vocaciones. Envía muchos y santos operarios a Tu mies.
Oh Jesús, haz de cada Sacerdote un verdadero sembrador de Tu amor.
Te ruego por el Santo Padre, por los Obispos, por todos los Sacerdotes que me han hecho bien... por todos los Sacerdotes.
Te pido, oh Jesús que los sostengas en las batallas, los confortes en la soledad, los alientes en los fracasos, fecundes sus fatigas y derrames en sus corazones el amor de Tu Corazón divino.
Señor, para celar Tu honra y Tu gloria,
R/: danos Sacerdotes santos.
Señor, para aumentar nuestra fe, R/.
Señor, para sostener Tu Iglesia, R/.
Señor, para predicar Tu doctrina, R/.
Señor, para defender Tu causa, R/.
Señor, para contrarrestar el error, R/.
Señor, para aniquilar las sectas, R/.
Señor, para sostener la verdad, R/.
Señor, para dirigir nuestras almas, R/.
Señor, para mejorar las costumbres, R/.
Señor, para desterrar los vicios, R/.
Señor, para iluminar al mundo, R/.
Señor, para enseñar las riquezas de Tu Corazón, R/.
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo, R/.
Señor, para que todos Tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra, R/.

Oh Jesús, Sacerdote Santo, Te pedimos con la mayor humildad del alma, que aumentes las vocaciones sacerdotales y que los formes según los designios de Tu amante Corazón. Sólo así conseguiremos Sacerdotes santos y pronto en el mundo no habrá más que un sólo rebaño y un sólo Pastor. Amén.


ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh, Jesús, Sacerdote Eterno, Divino Sacrificado, Tú que en un impulso de incomparable amor a los hombres, Tus hermanos, hiciste brotar de Tu Sagrado Corazón el Sacerdocio cristiano, dígnate continuar derramando sobre Tus ministros, los torrentes vivificantes del Amor Infinito.
Vive en Tus Sacerdotes, transfórmalos en Ti; hazlos, por Tu gracia, instrumentos de Tu misericordia; obra en ellos y por ellos, y haz que, después de haberse revestido totalmente de Ti, por la fiel imitación de Tus adorables virtudes cumplan, en Tu Nombre y por el poder de Tu Espíritu, las obras que Tú mismo realizaste para la salvación del mundo.
Divino Redentor de las almas, mira cuán grande es la multitud de los que aún duermen en las tinieblas del error; cuenta el número de las ovejas descarriadas que caminan entre precipicios; considera la turba de pobres, hambrientos, ingnorantes y débiles que gimen en el abandono.
Vuelve, Señor, a nosotros por Tus Sacerdotes, revive verdade-ramente en ellos, obra por medio de ellos y pasa de nuevo por el mundo, enseñando, perdonando, consolando, sacrificando y renovando los lazos sagrados del amor, entre el Corazón de Dios y el corazón del hombre. Amén.
Haz, oh Jesús, que la Obra de Tu Amor responda siempre plenamente a los fines para los cuales la quisiste; haz que se extienda y se consolide y conquiste todas las almas al Reino dulcísimo de Tu Amor.
Oh, Jesús, he pedido Tu Reino. No es necesario que pida nada para mí, tendré todo el resto por añadidura. Tú conoces lo que necesito; mira y haz lo que Tu Corazón Te sugiera. Yo me confío a Tu Corazón, me abandono en Tu dulce Providencia y, mientras, Te doy gracias por el don de estas horas de intimidad Contigo. Te agradezco desde ya, unido a María, por todos los benificios que Tu Amor me reserva aún en el tiempo y en la eternidad.
CÁNTICO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN:
"EL MAGNÍFICAT"

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra Mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de Su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí; Su Nombre es Santo y Su Misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel Su siervo, acordándose de Su Misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.

V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,

R: ten piedad de nosotros.

V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.

V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.

V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.

martes, 8 de junio de 2010

Catequesis sobre el santo sacrificio de la Misa, segun la tradicion Catolica.


La Eucaristía es un Sacrificio además de un sacramento.

En la sagrada Eucaristía no solo se contiene y se recibe a Cristo (Eucaristía- Sacramento), sino que además en ella el mismo Cristo es ofrecido en holocausto por la salvación del mundo (Eucaristía- Sacrificio = Santa Misa).

El sacrificio consiste principalmente en una ofrenda que el hombre hace a Dios. El sacramento, en cambio, consiste en un don que Dios hace al hombre.

Los sacrametos han sido instituidos por Dios para los hombres, se administran a los hombres; en cambio el sacrificio del Altar es sólo para Dios.

Cuando celebra la Misa, el sacerdote está ofreciendo un sacrificio a la divinidad, por eso se coloca en el Altar vuelto hacia el Señor y no hacia los fieles.

En cambio, cuando administra los sacramentos (cuando da la comunión o bautiza...) el sacerdote se vuelve hacia lo fieles porque los sacramentos son dones que Dios hace al hombre.
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miércoles 10 de febrero de 2010
Frutos propiamente dichos de la Santa Misa

A la hora de tu muerte, tu mayor consuelo serán las Misas a las que durante tu vida asististe con fervor y devoción.
Cada Misa a la que asististe te acompañará en el tribunal divino y abogará para que alcances perdón.
Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el fervor con que la oigas.
Con la asistencia devota a la Santa Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor.
La Santa Misa bien oída suple tus muchas negligencias y omisiones.
Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas.
Por ella pierde también el demonio dominio sobre ti.
Ofreces el mayor consuelo a las benditas ánimas del Purgatorio
Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.
Una Misa oída mientras vivas te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de la muerte.
Te libras de muchos peligros y desgracias en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa.
Acuérdate también de que con ella acortas tu Purgatorio.
Con cada Misa aumentarás tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.
Al que oye Misa todos los días, Dios lo librará de una muerte trágica y el Angel de la guarda tendrá presentes los pasos que dé para ir a la Misa, y Dios se los premiará en su muerte.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
Cuando oímos misa en honor de algún Santo en particular, dando a Dios gracias por los favores concedidos a ese Santo, no podemos menos de granjearnos su protección y especial amor, por el honor, gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.
Todos los días que oigamos Misa, estaría bien que además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.
La Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria. – San Bernardo de Sena.
El que oye Misa, hace oración, da limosna o reza por las almas del Purgatorio, trabaja en su propio provecho. – San Agustín.
Por cada Misa celebrada u oídas con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y a las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen. – San Gregorio el Grande, Papa.
Durante la celebración de la Misa, se suspenden las penas de las almas por quienes ruega y obra el sacerdote, y especialmente de aquellas por las que ofrece la Misa. –San Gregorio el Grande
Puedes ganar también Indulgencia Plenaria todos los lunes del año ofreciendo la santa Misa y Comunión en sufragio de las benditas almas del Purgatorio. Para los fieles que no pueden oír Misa el lunes vale que la oigan el domingo con esa intención.
Se suplica que apliquen todas las indulgencias en sufragio de las Almas del Purgatorio, pues Dios nuestro Señor, y ellas le recompensaran esta caridad.
La Santa Misa es la renovación del Sacrificio del Calvario, el Mayor acto de adoración a la Santísima Trinidad. Por eso es obligación oírla todos los domingos y fiestas de guardar.
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martes 9 de febrero de 2010
3. El sacrificio de la Misa es el prodigio más asombroso de cuantos ha hecho la Omnipotencia divina

¿Te admirarás acaso al oírme decir que la Santa Misa es una obra asombrosa? ¡Ah! ¿Tan poca cosa es a tus ojos la maravilla que se verifica a la palabra de un simple sacerdote? ¿Qué lengua de hombres, ni aun de ángeles, podrá explicar jamás un poder tan ilimitado? ¿Quién hubiera podido concebir que la voz de un hombre, que ni aun puede sin algún esfuerzo levantar una paja, debería estar por gracia, dotada de una fuerza tan prodigiosa que obligase al Hijo de Dios a bajar del cielo a la tierra? Éste es un poder mucho mayor que el de trasladar los montes de un lugar a otro, secar el Océano, o detener el curso de los astros. Éste es un poder que de algún modo rivaliza con aquel primer Fiat, por medio del cual sacó Dios el mundo de la nada y que parece aventajar, en cierto sentido, al otro Fiat, por el cual la Santísima Virgen recibió en su seno al Verbo Eterno.
Con efecto, la Santísima Virgen no hizo más que suministrar la materia para el Cuerpo del Salvador, que fue formado de su substancia, es decir, de su preciosísima sangre, pero no por medio de Ella, ni de su operación; mientras que la voz del sacerdote, en cuanto obra como instrumento de Nuestro Señor Jesucristo, en el acto de la consagración reproduce de una manera admirable al Hombre-Dios, bajo las especies sacramentales, y esto tantas cuantas veces consagra.
El Beato Juan el Bueno de Mantua con un milagro hizo conocer en cierto día esta verdad a un ermitaño, compañero suyo. No podía éste comprender que la palabra del sacerdote fuese bastante poderosa para convertir la substancia del pan y del vino, en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; y, lo que aún es más lamentable, cedió a las sugestiones del demonio. Tan pronto el venerable Siervo de Dios se apercibió del gravísimo error de su compañero, lo condujo cerca de una fuente, de la que sacó un poco de agua, que le hizo tomar. El ermitaño, después de haberla bebido, declaró que jamás había gustado un vino tan delicado. Pues bien, le dijo entonces el Siervo de Dios, ¿veis lo que significa este prodigio? Si por mi mediación, y eso que no soy más que un miserable mortal, la virtud divina ha mudado el agua en vino, ¿con cuánta mayor razón debéis creer que por medio de las palabras del sacerdote, que son las palabras del mismo Dios, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo?
¿Quién, pues, se atreverá a fijar límites a la omnipotencia de Dios? Esto bastó para ilustrar a aquel afligido solitario, quien, alejando de repente todas las dudas que atormentaban su alma, hizo una austera penitencia de su pecado.
Tengamos fe, pero fe viva, y confesaremos que son innumerables las maravillosas excelencias contenidas en este adorable Sacrificio. Entonces no nos asombraremos viendo renovarse a cada instante, y en mil y mil lugares diversos, el prodigio de la multiplicación de la Humanidad sacratísima del Salvador, por la cual goza de una especie de inmensidad no concedida a ningún otro cuerpo, y reservada a ella sola en recompensa de una vida inmolada al Altísimo. Esto es lo que el demonio, hablando por boca de una obsesa o endemoniada, hizo comprender a un judío incrédulo, valiéndose de una comparación material y ordinaria. Encontrábase este judío en una plaza pública con otras muchas personas entre las cuales estaba la obsesa, cuando vio pasar un sacerdote que, seguido de una numerosa comitiva, llevaba a un enfermo el Sagrado Viático. Todos se arrodillaron al instante para adorar al Santísimo Sacramento; pero el judío permaneció inmóvil y no dio la menor señal de respeto. Apercibiéndose de ello la obsesa, se levantó con ira, y dando al judío un fuerte bofetón, le quitó con violencia su sombrero. "Desgraciado, le dice, ¿por qué no rindes homenaje al verdadero Dios, que está presente en este Divino Sacramento? — ¿Qué verdadero Dios? replicó el judío; si así fuese, pudiera decirse que había muchos dioses, puesto que cuando se celebra la Misa hay uno en cada altar". Al oír estas palabras tomó la obsesa una criba, y poniéndola en frente del sol, le dijo al judío que mirase los rayos que pasaban por medio de los agujeros, y en seguida añadió: "Dime, judío, ¿son muchos los soles que atraviesan esta criba, o no hay más que uno?" El judío contestó que sólo había uno, no obstante la multiplicación de rayos. "¿Por qué te asombras, pues, repuso la obsesa, de que un Dios hecho hombre, aunque uno, indivisible e inmutable, se ponga por un exceso de amor, real y verdaderamente presente bajo los velos del Sacramento y sobre muchos altares a la vez?" Esta reflexión fue bastante para confundir la perfidia del judío, que se vio obligado a confesar la verdad de la fe.
¡Oh fe santa! Necesitamos un rayo de tu luz para repetir con fervor: ¿Quién se atreverá jamás a fijar límites a la omnipotencia de Dios? La sublime idea que Santa Teresa de Jesús había concebido de esta omnipotencia, le hacía decir a menudo, que cuanto más profundos e inaccesibles a nuestro entendimiento eran los misterios de nuestra Religión, más se adhería a ellos, con más firmeza y devoción, sabiendo muy bien que el Todopoderoso puede hacer, si es de su divino agrado, prodigios infinitamente más admirables que todo cuanto vemos. Aviva, pues, mucho tu fe, y confesarás que este Divino Sacrificio es el milagro de los milagros, la maravilla de las maravillas, y que su principal excelencia consiste en ser incomprensible a nuestra débil inteligencia, y lleno de asombro di una y mil veces: ¡Ah qué gran tesoro! ¡Cuán inmenso es! Pero si su prodigiosa excelencia no basta a conmoverte, te conmoverás, sin duda, en vista de la suprema necesidad que tenemos de este Santísimo Sacrificio.
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lunes 8 de febrero de 2010
2. El santo sacrificio de la Misa tiene por principal sacerdote al mismo Jesucristo.

Funciones del celebrante y de los asistentes

Imposible parece poderse hallar una prerrogativa más excelente del sacrificio de la Misa, que el poderse decir de él que es, no sólo la copia, sino también el verdadero y exacto original del sacrificio de la cruz; y, sin embargo, lo que lo realza más todavía, es que tiene por sacerdote un Dios hecho hombre. Es indudable que en un sacrificio hay tres cosas que considerar: el sacerdote que lo ofrece, la Víctima que ofrece, y la majestad de Aquél a quien se ofrece. He aquí, pues, el maravilloso conjunto que nos presenta el santo sacrificio de la Misa bajo estos tres puntos de vista. El sacerdote que lo ofrece es un Hombre-Dios, Jesucristo; la víctima ofrecida es la vida de un Dios, y aquél a quien se ofrece no es otro que Dios. Aviva, pues, tu fe, y reconoce en el sacerdote celebrante la adorable persona de Nuestro Señor Jesucristo. Él es el primer sacrificador, no solamente por haber instituido este sacrificio y porque le comunica toda su eficacia en virtud de sus méritos infinitos, sino también porque, en cada Misa, Él mismo se digna convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre preciosísima. Ve, pues, cómo el privilegio más augusto de la Santa Misa es el tener por sacerdote a un Dios hecho hombre. Cuando consideres al sacerdote en el altar, ten presente que su dignidad principal consiste en ser el ministro de este Sacerdote invisible y eterno, nuestro Redentor. De aquí resulta que el sacrificio de la Misa no deja de ser agradable a Dios, cualquiera que sea la indignidad del sacerdote que celebra, puesto que el principal sacrificador es Jesucristo Nuestro Señor, y el sacerdote visible no es más que su humilde ministro. Así como el que da limosna por mano de uno de sus servidores es considerado justamente como el donante principal; y aun cuando el servidor sea un pérfido y un malvado, siendo el señor un hombre justo, su limosna no deja de ser meritoria y santa.
¡Bendita sea eternamente la misericordia de nuestro Dios por habernos dado un sacerdote santo, santísimo, que ofrece al Eterno Padre este Divino Sacrificio en todos los países, puesto que la luz de la fe ilumina hoy al mundo entero! Sí, en todo tiempo, todos los días y a todas horas; porque el sol no se oculta a nuestra vista sino para alumbrar a otros puntos del globo; a todas horas, por consiguiente, este Sacerdote santo ofrece a su Eterno Padre su Cuerpo, su Sangre, su Alma, a sí mismo, todo por nosotros, y tantas veces como Misas se celebren en todo el universo. ¡Oh, qué inmenso y precioso tesoro!
¡Qué mina de riquezas inestimables poseemos en la Iglesia de Dios! ¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos asistir a todas esas Misas! ¡Qué capital de méritos adquiriríamos!
¡Qué cosecha de gracias recogeríamos durante nuestra vida, y qué inmensidad de gloria para la eternidad, asistiendo con fervor a tantos y tan Santos Sacrificios!
Pero ¿qué digo, asistiendo? Los que oyen la Santa Misa, no solamente desempeñan el oficio de asistentes, sino también el de oferentes; así que con razón se les puede llamar sacerdotes: Fecisti nos Deo nostro regnum, et sacerdotes (6). El celebrante es, en cierto modo, el ministro público de la Iglesia, pues obra en nombre de todos: es el mediador de los fieles, y particularmente de los que asisten a la Santa Misa, para con el Sacerdote invisible, que es Jesucristo Nuestro Señor; y juntamente con Él, ofrece al Padre Eterno, en nombre de todos y en el suyo, el precio infinito de la redención del género humano. Sin embargo, no está solo en el ejercicio de este augusto misterio; con él concurren a ofrecer el sacrificio todos los que asisten a la Santa Misa. Por eso el celebrante al dirigirse a los asistentes, les dice: Orate, fratres: "Orad, hermanos, para que mi sacrificio, que también es el vuestro, sea agradable a Dios Padre todopoderoso". Por estas palabras nos da a entender que, aun cuando él desempeña en el altar el principal papel de ministro visible, no obstante todos los presentes hacen con él la ofrenda de la Víctima Santa.
Así, pues, cuando asistes a la Misa, desempeñas en cierto sentido las funciones de sacerdote.
¿Qué dices ahora? ¿Te atreverás todavía de aquí en adelante a oír la Santa Misa sentado desde el principio hasta el fin, charlando, mirando a todas partes, o quizás medio dormido, satisfecho con pronunciar bien o mal algunas oraciones vocales, sin fijar la atención en que desempeñas el tremendo ministerio de sacerdote? ¡Ah! Yo no puedo menos de exclamar: ¡Oh, mundo ignorante, que nada comprendes de misterios tan sublimes! ¡Cómo es posible estar al pie de los altares con el espíritu distraído y el corazón disipado, cuando los Ángeles están allí temblando de respeto y poseídos de un santo temor a vista de los efectos de una obra tan asombrosa!
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sábado 6 de febrero de 2010
1. El sacrificio de la Misa es igual al sacrificio de la Cruz
La principal excelencia del santo sacrificio de la Misa es que debe ser considerado como esencial y absolutamente el mismo que se ofreció sobre la cruz en la cima del Calvario, con esta sola diferencia: que el sacrificio de la cruz fue sangriento, y no se ofreció más que una vez, satisfaciendo plenamente el Hijo de Dios, con esta única oblación, por todos los pecados del mundo; mientras que el sacrificio del altar es un sacrificio incruento, que puede ser renovado infinitas veces, y que fue instituido para aplicar a cada uno en particular el precio universal que Jesucristo pagó sobre el Calvario por el rescate de todo el mundo. De esta manera, el sacrificio sangriento fue el medio de nuestra redención, y el sacrificio incruento nos da su posesión: el primero nos franquea el inagotable tesoro de los méritos infinitos de nuestro divino Salvador; el segundo nos facilita el uso de ellos poniéndolos en nuestras manos. La Misa, pues, no es una simple representación o la memoria únicamente de la Pasión y muerte del Redentor, sino la reproducción real y verdadera del sacrificio que se hizo en el Calvario; y así con toda verdad puede decirse que nuestro divino Salvador, en cada Misa que se celebra, renueva místicamente su muerte sin morir en realidad, pues está en ella vivo y al mismo tiempo sacrificado e inmolado: "Vidi (...) agnum stantem tamquam occisum” (3).
En el día de Navidad la Iglesia nos representa el Nacimiento del Salvador; sin embargo, no es cierto que nazca en este día cada año. En el día de la Ascensión y Pentecostés, la misma Iglesia nos representa a Jesucristo subiendo a los cielos y al Espíritu Santo bajando a la tierra; sin embargo, no es verdad que en todos los años y en igual día se renueve la Ascensión de Jesucristo al cielo, ni la venida visible del Espíritu Santo sobre la tierra. Todo esto es enteramente distinto del misterio que se verifica sobre el altar, en donde se renueva realmente, aunque de una manera incruenta, el mismo sacrificio que se realizó sobre la cruz con efusión de sangre. El mismo Cuerpo, la misma Sangre, el mismo Jesús que se ofreció en el Calvario, el mismo es el que al presente se ofrece en la Misa.
Ésta es la obra de nuestra Redención, que continúa en su ejecución, como dice la Iglesia: Opus nostrae redemptionis exercetur (4). Sí, exercetur; se ofrece hoy sobre los altares el mismo sacrificio que se consumó sobre la cruz.
¡Oh, qué maravilla! Pues dime por favor. Si cuando te diriges a la iglesia para oír la Santa Misa reflexionaras bien que vas al Calvario para asistir a la muerte del Redentor, ¿irías a ella con tan poca modestia y con un porte exterior tan arrogante? Si la Magdalena al dirigir sus pasos al Calvario se hubiese prosternado al pie de la cruz, estando engalanada y llena de perfumes, como cuando deseaba brillar a los ojos de sus amantes, ¿qué se hubiera pensado de ella? Pues bien; ¿qué se dirá de ti que vas a la Santa Misa adornado como para un baile? ¿Y qué será si vas a profanar un acto tan santo con miradas y señas indecentes, con palabras inútiles y encuentros culpables y sacrílegos? Yo digo que la iniquidad es un mal en todo tiempo y lugar; pero los pecados que se cometen durante la celebración del santo sacrificio de la Misa y en presencia de los altares, son pecados que atraen sobre sus autores la maldición del Señor: Maledictus qui facit opus Domini fraudulenter. Medítalo atentamente mientras que te manifiesto otras maravillas y excelencias de tan precioso tesoro.

De: Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote. www.icrsp.com
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viernes 5 de febrero de 2010
EXCELENCIA DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

Es una verdad incontestable, que todas las religiones que existieron desde el principio del mundo establecieron algún sacrificio que constituyó la parte esencial del culto debido a Dios: empero, como sus leyes eran o viciosas o imperfectas, también los sacrificios que prescribían participaban de sus vicios o de sus imperfecciones. Nada más vano que los sacrificios de los idólatras, y por consiguiente no hay necesidad de mencionarlos. En cuanto a los de los hebreos, aun cuando profesaban entonces la verdadera Religión, eran también pobres e imperfectos, pues sólo consistían en figuras: Infirma et egena elementa (1), según expresión del Apóstol San Pablo, porque no podían borrar los pecados ni conferir la divina gracia.
El sacrificio, pues, que poseemos en nuestra Santa Religión es el de la Santa Misa, el único sacrificio santo y de todo punto perfecto. Por medio de él todos los fieles pueden honrar dignamente a Dios, reconociendo su dominio soberano sobre nosotros, y protestando al mismo tiempo su propia nada. Por esta razón el santo rey David le llama Sacrificium iustitiae(2) , sacrificio de justicia, no sólo porque contiene al Justo por excelencia y al Santo de los Santos, o mejor dicho, a la Justicia y Santidad por esencia, sino porque santifica las almas por la infusión de la gracia y por la abundancia de dones celestiales que les comunica. Siendo, pues, este augusto Sacrificio el más venerable y excelente de todos, y a fin de que te formes la sublime idea que debes tener de un tesoro tan precioso, vamos a explicar sucintamente algunas de sus divinas excelencias, porque para explicarlas todas se necesitaba otra inteligencia superior a la nuestra.
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miércoles 3 de febrero de 2010
El Padre Pío y la Santa Misa

Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?


No seas malvado... (No quiero que me preguntes eso...)


Padre, dígame: ¿por qué sufre tanto en la Consagración?


Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.


Padre, ¿por qué llora en el altar, y qué significan las palabras que pronuncia en la Elevación? Pregunto por curiosidad, mas también porque quiero repetirlas con usted.


Los secretos del Rey Supremo no pueden revelarse ni profanarse. Me Preguntas por qué lloro, mas yo no querría derramar esas pobres lagrimas, sino torrentes de lágrimas. ¿No meditas en este grandioso misterio?


Padre, ¿usted sufre, durante la Misa, la amargura de la hiel?


Sí, muy frecuentemente...


Padre, ¿cómo puede estar de pié en el Altar?


Como estaba Jesús en la Cruz.


¿En el altar, está usted clavado en la Cruz, como Jesús en el Calvario?


¿Y aún me lo preguntas?


¿Cómo se encuentra usted?


Como Jesús en el Calvario.


Padre, ¿los verdugos acostaron la Cruz en el suelo para clavar los clavos en Jesús?


Evidentemente.


¿A usted también se los clavan?


¡Y de que manera!


¿También lo acuestan sobre la cruz?


Sí, mas no debemos tener miedo.

lunes, 7 de junio de 2010

MEDITACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO:





Señor Jesús, estás aquí…Dios está aquí, venid adoradores, adoremos a Cristo Redentor!!!
Estás aquí, estás junto a nosotros. Y nosotros, por la fe y por el amor, queremos en esta bellísima tarde permanecer junto a Ti.
Señor Jesús, hace más de dos mil años, aceptaste subir a una Cruz de infamia por nuestro amor, para resucitar después y quedarte junto a nosotros para siempre…Quédate junto a nosotros en esta tarde, porque anochece ya, porque nos amenazan tantas sombras y Tú eres la Única Luz.
Señor Jesús, Amor Eucarístico, te contemplamos, te adoramos, te amamos. Buscamos amarte más y más…Queremos decirte desde el fondo de nuestro corazón, mirándote en la Hostia Santa: ¡¡Señor mío y Dios mío!!

Queridos Hermanos y Hermanas miremos a Jesús, miremos a Aquel que durante la última Cena nos ha entregado su Cuerpo y su Sangre para permanecer con nosotros todos los días “hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 20)

Adoremos a Jesús…Él es el inicio y el fin de nuestra vida y de nuestra fe. Sin Jesús no estaríamos esta tarde aquí, orando con un solo corazón y una sola alma por la paz en el mundo, en las familias, en nuestros corazones… Sin Jesús no seríamos nada, Sin Él no existiría nada, nada, absolutamente nada. Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios, por medio de la cual todo fue llamado a la luz de la existencia. Por hemos sido creados y redimidos y llamados al Cielo. Llamados a participar de su Vida.


Señor Jesús, te amamos, buscamos amarte más y más…sea que caminemos o estemos clavados contigo en el lecho del dolor, sea que caminemos con gozo o estemos en un profundo desierto de alma…Señor te pedimos que nos recibas en esta tarde a todos en las entrañas de tu Amor, en tu Sagrado Corazón que está viviente y palpitante en esta pequeña y blanca Hostia. Señor recíbenos muy dentro de tu infinito Amor: en el Amor que te une al Padre y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

La Hostia Santa expuesta ante nuestros ojos proclama este poder infinito de tu Amor. La Hostia Santa nos habla de tu abajamiento, ¡cuánto te abajaste para conquistarnos con tu amor!! Desde el pobre pesebre de Belén hasta el Trono de la Cruz…Hasta hacerte humilde Pan por nosotros…

María, Mujer Eucarística, Llena de Gracia, tú entregaste todo tu ser para que Jesús pudiera venir y quedarse con nosotros. Tú nos traes a Jesús, regálanos a tu Hijo en esta tarde, ¡¡necesitamos a Jesús!! ¡¡Queremos que Reine su Sagrado Corazón en nosotros, en nuestras familias, en nuestra Patria…en el mundo!!

Virgen Santa mientras desgranamos las Rosas perfumadas de tu Santo Rosario ayúdanos a mirar contigo y en Ti a Jesús. Virgen Santa ayúdanos a adorar, ayúdanos a amar, a amar más todavía a Jesús que nos amó hasta el fin…hasta entregarnos la última gota de su Sangre Preciosa.

Antes de la Bendición con el Santísimo Sacramento:

Queridos Hermanos y Hermanas: En esta bellísima tarde, ante este Rosario iluminado, María, la Reina de la Paz, nos dice:
“Ven, déjate llamar por el Maestro. Ven, déjate bendecir por el Salvador. El está aquí y te llama. El está aquí y te ama. Jesús quiere bendecirnos en esta tarde, bendecir a nuestras familias,a nuestros niños esperanza de nuestro pobre mundo, a nuestros jóvenes, a nuestros enfermos, a nuestros queridos abuelos…María nos regala a su Hijo que nos bendice y nos salva… Jesús quiere entrar con esta bendición en nuestra vida, en nuestro corazón… Dejémonos atraer por El, dejémonos que El nos ilumine…No rechacemos su Amor.

Enviada por mi amigo y hermano en Xto. Fray Marcos Antonio Foschiatti.