jueves, 10 de septiembre de 2009

La Medalla de San Benito



La medalla de San Benito, propagada en todo el mundo hace más de 300 años, especialmente por los monjes benedictinos, es célebre por su eficacia extraordinaria en el combate contra el demonio y sus manifestaciones; en la defensa contra maleficios de todo género, contra enfermedades, especialmente las contagiosas, contra picaduras de serpientes y otros animales ponzoñosos; en la protección de animales domésticos, vehículos, etc.

Repetidas veces aprobada y alabada por los Papas, la medalla de San Benito, que une a la fuerza exorcizante de la Santa Cruz del Redentor –la señal de nuestra salvación– el recuerdo de los méritos alcanzados por la santidad eximia del gran Patriarca San Benito, es sin duda muy indicada para los fieles católicos.

La imagen de la Cruz representada en la medalla

Basta al cristiano considerar brevemente la virtud soberana de la Cruz de Jesucristo, para comprender la dignidad de una medalla en la cual está representada.

La representación de la Cruz despierta en nosotros todos los sentimientos de gratitud para con Dios, por el beneficio de nuestra salvación.

La Cruz causa terror a los espíritus malignos, que siempre retroceden ante ella, y apenas la ven se apresuran en soltar su presa y huir. Así pues, nuestra medalla, que representa en primer lugar la imagen de la Cruz, está en perfecta armonía con la piedad cristiana, y ya sólo por este motivo es digna del mayor respeto.

La imagen de San Benito representada en la medalla

La honra de figurar en la misma medalla junto con la imagen de la Santa Cruz fue concedida a San Benito con la finalidad de indicar la eficacia que tuvo en sus manos esta señal sagrada. San Gregorio Magno, que escribió la vida del Santo Patriarca, nos lo representa disipando con la señal de la Cruz sus propias tentaciones, y quebrando con la misma señal hecha sobre una bebida envenenada, el cáliz que la contenía, quedando así patente el perverso designio de los que habían osado atentar contra su vida. Cuando el espíritu maligno, para aterrorizar a los monjes, les hace ver el Monasterio de Montecasino en llamas, San Benito desvanece ese prodigio diabólico haciendo la misma señal de la Pasión del Salvador sobre las llamas fantásticas. Cuando sus discípulos andan interiormente agitados por las sugestiones del tentador, les indica como remedio trazar sobre el corazón la imagen de la Cruz. Por todo ello, es lícito concluir que era muy conveniente reunir en una sola medalla la imagen del santo Patriarca y la de la Cruz del Salvador.

Esto queda aún más claro al considerar que los dos grandes discípulos del siervo de Dios, San Plácido y San Mauro, cuando realizaban sus frecuentes milagros tenían la costumbre de invocar junto con el auxilio de la Santa Cruz, el nombre de su santo Fundador, y así consagraron, desde el principio, la piadosa costumbre expresada más tarde por la medalla.

Los caracteres que se leen en la medalla

Además de las imágenes de la Cruz y de San Benito, la medalla trae también cierto número de letras , cada una de las cuales representa una palabra latina. Las diversas palabras reunidas tienen un sentido que manifiesta la intención de la medalla: expresar las relaciones que existen entre el santo Patriarca Benito y la Santa Cruz; y al mismo tiempo, poner al alcance de los fieles un medio eficaz de emplear la virtud de la Santa Cruz contra los espíritus malignos.

Esas letras misteriosas se encuentran dispuestas en la cara de la medalla en que está representada la santa Cruz. Examinemos, en primer lugar, las cuatro colocadas entre los brazos de dicha Cruz:

C S

P B

Significan: Cruz Sancti Patris Benedicto; en castellano, Cruz del Santo Padre Benito. Esas palabras explican el fin de la medalla.

En la línea vertical de la Cruz se lee:

C

S

S

M

L

Lo que quiere decir: Cruz sacra sit mihi lux; en castellano, La Cruz sagrada sea mi luz.

En la línea horizontal de la misma Cruz, se lee:

N. D. S. M. D.

Lo que significa: Non draco sit mihi dux; en castellano, No sea el dragón mi guía.

Reuniendo esas dos líneas se forma un verso pentámetro, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa Cruz, y su resistencia al yugo que el demonio querría imponerle.

Alrededor de la medalla existe una inscripción más extensa, que presenta en primer lugar el santísimo nombre de Jesús, expresado por el monograma bien conocido: I. H. S. (En el modelo más conocido de la Medalla de San Benito el monograma I. H. S. fue reemplazado por el lema benedictino PAX; en castellano, Paz). Vienen después, de derecha a izquierda, las siguientes letras:

V. R. S. N. S. M. V. S. M. Q. L. I. V. B.

Estas iniciales representan los dos versos siguientes:

Vade retro satana; nuncuam suave mihi vana

Sunt mala quae libas; ipse venena bibas.

En castellano: Apártate, satanás; nunca me aconsejes tus vanidades, la bebida que ofreces es el mal: bebe tú mismo tus venenos.

Tales palabras se supone que fueron dichas por San Benito: las del primer verso, con ocasión de la tentación que sintió y de la cual triunfó haciendo la señal de la Cruz; las del segundo verso, en el momento en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho que puso al descubierto bendiciendo con la señal de la vida el cáliz que la contenía.

El cristiano puede utilizar estas palabras cuantas veces fuere asaltado por tentaciones e insultos del enemigo invisible de nuestra salvación. El mismo Jesucristo Nuestro Señor santificó las palabras Vade retro, satana –Apártate, satanás– y su valor es cierto, una vez que el propio Evangelio nos lo asegura. Las vanidades que el demonio nos aconseja son las desobediencias a la ley de Dios, las pompas y falsas máximas del mundo. La bebida que el ángel de las tinieblas nos presenta es el pecado, que da muerte al alma. En vez de aceptarla, devolvámosle tan funesto presente, ya que él mismo lo escogió como herencia suya.

Basta que alguien pronuncie con fe tales palabras, para sentirse inmediatamente con fuerzas para arrostrar todas las embestidas del infierno. Aun cuando no conociéramos los hechos que demuestran hasta qué punto satanás teme esa medalla, la simple consideración de lo que representa y expresa, bastaría para que la consideráramos una de las más poderosas armas que la bondad de Dios puso a nuestro alcance contra la malicia diabólica.

Uso de la medalla de San Benito

No ignoramos que en este siglo mucha gente considera que el demonio es más bien un ser imaginario y no real; y así, puede parecer extraño que se acuñe y se bendiga una medalla, empleada como protección contra los ataques del espíritu maligno. Sin embargo, las sagradas Escrituras nos ofrecen innumerables pasajes que dan una idea del poder y la actividad de los demonios, así como de los peligros de alma y cuerpo a que estamos continuamente expuestos por efectos de sus celadas. Para aniquilar su poder no basta ignorar a los demonios y sonreír cuando se oye hablar de sus operaciones. No por eso dejará de continuar el aire siempre lleno de legiones de espíritus de malicia, conforme enseña San Pablo; y si Dios no nos protegiese, aunque casi siempre sin que lo sintamos, por el ministerio de los Santos Ángeles, sería para nosotros imposible evitar las innumerables celadas de estos enemigos de toda criatura de Dios.

Ahora bien, el poder de la Santa Cruz contra satanás y sus legiones es tal, que la podemos considerar un escudo invencible que nos hace invulnerables a sus flechas.

Concluimos entonces cuán ventajoso resulta emplear con fe la medalla de San Benito en las ocasiones en que más temamos los embustes del enemigo. Su protección, no lo dudemos, será eficaz contra todo tipo de tentaciones. Numerosos e innegables hechos señalaron su poderoso auxilio en miles de circunstancias en las cuales, o por acción espontánea de satanás, o por efecto de algún maleficio, los fieles estaban a punto de sucumbir ante un peligro inminente. Podremos igualmente emplearlo a favor de otros, como medio de preservación o de liberación, en previsión de los peligros que deban afrontar.

A menudo nos amenazan accidentes imprevistos, en tierra o en mar; si llenos de fe llevamos con nosotros la medalla, seremos protegidos. No hay circunstancias de la vida humana, por más materiales que fueren, en que ya no se haya manifestado por su intermedio, la virtud de la Santa Cruz y el poder de San Benito. Así, espíritus malignos, en su odio contra el hombre, embisten contra los animales empleados en su servicio, contra los alimentos que deben sustentar la vida; su intervención maléfica es muchas veces la causa de las enfermedades que padecemos; ahora bien, prueba la experiencia que el uso religioso de la medalla, acompañado por la oración, opera muchas veces el cese de las celadas satánicas, y un notable alivio en las enfermedades, y a veces hasta una curación completa.

ORACIÓN PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DE SAN BENITO

Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.

Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.

Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén.

Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas.

Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

NOVENA BREVE PARA PEDIR UNA GRACIA

Rezar durante nueve días consecutivos la siguiente oración:

OH San Benito, mi protector bondadoso y de cuantos van a ti en sus apuros. Intercede por mí a Dios para que alivie mis sufrimientos y dificultades que ahora me agobian

(pídase aquí la gracia que se desea obtener)

Te lo pido con toda confianza.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

martes, 4 de agosto de 2009

5 de Agosto Santa Maria Madonna della Neve.





NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES
Los libros litúrgicos actuales la titulan a esta fiesta: Dedicación de la Basílica de Santa María. Y dicen de ella algo que sintetiza la historia y leyenda que vamos a recordar: "Después del Concilio de Efeso (431) en el que la Madre de Jesús fue proclamada Madre de Dios, el Papa Sixto III (432-440) erigió en Roma, sobre el Monte Esquilino, una Basílica dedicada a la Santa Madre de Dios, basílica que fue llamada más tarde "Santa María la Mayor". Es la Iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María".
Así contaba el breviario hasta la última reforma litúrgica la historia de esta festividad: En tiempos del Papa Liberio, a mediados del siglo IV, vivía en Roma una familia noble y muy rica. Tan rica que, por más limosnas que como ejemplares cristianos entregaban a los pobres, no se agotaban nunca. Por ello cierto día los dos esposos acudieron a la Virgen María suplicándole que les inspirase el modo más del agrado suyo y de su Hijo de hacer uso de sus riquezas. La Virgen vino en ayuda de Juan Patricio y su esposa mientras dormían. En sueños, y por separado, se les manifestó la Virgen María indicándoles que era su deseo que levantasen un templo en su honor en el lugar que ella les indicase. Era la noche del 4 al 5 de agosto en una Roma que es sumamente calurosa durante este tiempo pleno verano Boreal. Debían edificarlo sobre el Monte Esquilino y en aquella parte donde apareciera todo nevado.
Los dos esposos se dirigen para contarle la visión al Papa Liberio. El Papa había tenido también la misma visión que ellos. El Sumo Pontífice organiza una Procesión y todos se dirigen cantando himnos al Señor y a su Madre la Virgen María hacia el lugar indicado. Al llegar allí todos quedan admirados al contemplar aquellas maravillas. Aparecía un gran trozo de monte acotado por la nieve fresca y blanquísima. El pueblo canta de alegría y allí, en el corazón de Roma, levantan una magnífica Basílica en honor de Santa María, que dedicarían cuatro años después. Así surge la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, Santa María del Pesebre o Santa María La Mayor, Basílica Liberiana, como se le llama.
Tiene esta Basílica recuerdos especiales que la ligan con España: A la entrada se encuentra una estatua del rey Felipe IV; el artesonado -que es maravilloso- fue decorado con el primer oro traído por los españoles de América.

Oración a Nuestra Señora de las Nieves

AMADA NUESTRA SEÑORA DE LA NIEVES
ESCUCHA MI ORACIÓN Y MI PLEGARIA
ACUDO A TI EN ESTE MOMENTO
CUANDO ESTOY TRISTE Y APURADO
BIEN SE QUE LO QUE PIDO
PARECE IMPOSIBLE,
PERO CON LA FE QUE TENGO EN TI
SE QUE PUEDES CONOCER
TODO LO QUE SE TE PIDE.
NO TE PIDO POR ORGULLO,
MAS BIEN ES POR NECESIDAD.
ESTOY AQUÍ DE TODO CORAZÓN
Y CON LAS MANOS ABIERTAS.
TE PIDO QUE EN LO QUE
JUSTICIA MEREZCA,
EN JUSTICIA RECIBA.
Santa María de las Nieves, la Virgen Blanca, Madonna della Montagna,
SOBRE LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA
SOBRE LA VIRGEN BLANCA O SANTA MARÍA DE LAS NIEVES


¡Salve María!

HIMNO DE ALABANZA:

Vos navegáis, alma mía, por el mar del pensamiento,
do sois de contrarios vientos combatida cada día;
para no temer la fortuna mirad siempre aquella Estrella
del norte, pues, sin ella no habréis bonanza ninguna.

Y para más la obligar decidle por oración
esta devota canción: ‘Ave, la Estrella de la mar,
Madre de Dios creadora siendo Virgen de contino,
puerta dichosa , camino del cielo, y emperadora...

Mostraos, Virgen, ser madre a los tristes que padecen,
tome por Vos nuestras preces el que siendo vuestro Padre,
por nosotros quiso ser vuestro hijo, y, siendo Dios,
se hizo, dentro de vos, hombre para padecer...

Sea alabanza, por tanto, a Dios Padre Creador,
y a Cristo, muy gran Señor, con el Espíritu Santo;
una honra a todos tres sin dar ventaja a ninguno;
pues todo lo que es de uno, y de todos ellos es.
Alabanza Española

Palabra creadora
Apocalipsis 21, 1-5:
“Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque la primera tierra y el primer cielo han pasado, y el mar ya no existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el cielo: Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Ahora hago el universo nuevo”.

Esta visión, aplicada la Virgen María, Madre de Dios encarnado, nos hace contemplar a la Virgen-Madre como morada nueva, única, fecunda, prometedora. Ella será la Madre de Jesús que lo renovará todo en el Espíritu.

Evangelio según san Lucas 11, 27-28:
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo: ¡Dichoso el vientre que te llevó en su seno y los pechos que te criaron! Y Jesús respuso: -Mejor; ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

Esa mujer, llamada en el Apocalipsis a ser morada de Dios, nueva Jerusalén, madre fecunda, es María de Nazaret, madre de Jesús, esposa de José. ¡Dichosa ella, por elegida y llena de gracia! ¡Salve, María!

Momento de reflexión:
Imagen de la Virgen de las Nieves

Quienes hemos recibido el don de la fe en Dios, en Cristo, en María, somos afortunados. Nosotros, creyentes, podemos permitirnos el lujo de comunicaros con Dos, con Cristo, con María, mediante un lenguaje íntimo, lleno de sentido espiritual.

Los no creyentes (a los que deseamos fe sincera) no pueden disfrutar de ese don, a ellos las palabras del Misterio de amor de Dios les resbalarán infecundas. Convoquémoslos a nuestra oración.

Nosotros, afortunados hijos, podemos jugar filialmente con en expresiones de fe y amor, porque sabemos que somos escuchados cuando cantamos a Dios, nuestro Padre, y lo vemos tras cien rostros graciosos; cuando cantamos a Cristo, nuestro Redentor, en su gozo, luz, dolor y gloria; y cuando honramos a María, Madre de Jesús, y le dedicamos noventa palabras de amor y agradecimiento por su fidelidad.

¿Cómo la cantamos y damos gracias en esta liturgia? Hoy, Señora, te llamamos María, la Virgen de las Nieves. Y en esa palabra e imagen descubrimos y ponemos

tu pureza, tu ternura, tu amor, tu cercanía, poder, bendición, fuerza protectora.

¡Bendita seas, blanca paloma, gracia inmaculada, belleza materna, Oh Virgen milagrosa Madonna della Neve!
Santa María, blanca como la nieve, ruega por nosotros.
Santa María, blanca como paloma, haznos vivir en amor puro.
Santa María, gloria de nuestra raza, ayúdanos a ser felices en el amor.
Santa María, Blanca como la Nieve, bendice nuestras familias.

Con esos sentimientos marianos podemos meditar hoy en la nueva alianza de amor que, según el texto de Jeremías, Dios quiere establecer con nosotros. Y podemos también preguntarnos qué pensamos de Jesús de Nazaret.

En cuanto a lo primero, alianza de amor, apreciemos lo que significa María en el proyecto de ‘Nueva Alianza’. Ella es una fecunda realidad. Según nuestra fe, María es la tomada de entre nosotros mediadora en esa sublime Alianza de Dios y del hombre a través del misterio de la encarnación del Hijo de Dios en su seno virginal. ¡Ave, María!

En cuanto a lo segundo, pulsemos bien nuestros sentimientos íntimos y seamos sinceros. ¿Podemos decir nosotros con firme persuasión, con inquebrantable confianza y fe, que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios? Si lo hacemos, felices de nosotros.
FLUVIUM
Descubrir la Voluntad de Dios y vivirla

Celebramos la fiesta de la Dedicación de la basílica de Santa María, y tomamos ocasión de los versículos de san Lucas que nos ofrece la Liturgia de la Iglesia, en la Misa de esta fiesta, para meditar en la singular alabanza que Jesús hace de su Madre. Pues, aunque pareciera que Nuestro Señor rectifica a la mujer que desea proclamar de modo expreso y públicamente la excelencia de María, el Señor más bien declara –del mejor modo posible, por cierto– la razón profunda por la que Ella, su Madre, merece, antes que ninguna otra persona, esa alabanza.

No es su maternidad, en el sentido biológico de la expresión –el vientre que te llevó y los pechos que te criaron–, tal como expresa la mujer del pueblo, la razón profunda de la excelencia de la Madre de Dios. Sin duda, el cuerpo de María ha sido el más perfecto de los cuerpos humanos, después del de su Divino Hijo. La maravilla de María está ante todo en su espíritu, pues no es lo corporal lo que caracteriza de modo específico al ser humano. Siendo María toda la hermosura y plenitud física que puede ser pensada en una mujer, sin embargo, si es en verdad la bendita entre todas mujeres, según proclama de ella Isabel, su prima, se debe a que es la llena de Gracia, en palabras de Gabriel.

La Gracia de Dios, que Santa María tiene en plenitud, supone una sintonía con el Creador máxima en Nuestra Madre: la mayor identificación y unión con Dios que es posible en una criatura. Santa María debe su excelencia, no tanto a lo que –podríamos decir– tiene como propio de Ella misma. Cualquier cualidad personal de María, siendo humana, y corporal en este caso, posee un valor necesariamente relativo por ser criatura. La Madre de Dios es ciertamente maravillosa, pero ante todo en su alma: su ser está en todo momento de máxima unión con Dios. Su entendimiento, su imaginación, su memoria, sus afectos, sus ilusiones, todo su esfuerzo...; en suma, toda su capacidad de pensar y de amar, se dirige de continuo a Él. Lo demás del mundo, siendo efecto de la creación divina, María lo contempla como realidades que manifiestan la gloria de Dios o, si son personas, con capacidad de darle gloria en el ejercicio de su libertad. Las cosas en sentido estricto –lo únicamente material– propiamente no pueden ser buenas o malas, ya que no tienen capacidad moral al no ser libres; las personas, en cambio, nos definimos respecto a Dios en cada momento por nuestras acciones libres. Según sea nuestro comportamiento, somos buenos o malos.

La alabanza de Jesús corresponde, por tanto, antes que nada a su Madre. Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan, dice el Señor. María "escuchaba" de continuo la voz de su Creador. A cada paso se le manifiesta su querer nítidamente, porque no tiene más interés que descubrir la voluntad de Dios para sí misma, para el mundo, para los hombres. Su exquisita sensibilidad sobrenatural, siendo la llena de Gracia, le hace captar ante todo lo que Dios espera en cada instante: en aquello que le afecta personalmente de modo directo, y en las otras situaciones del mundo de las que tiene noticia. María es la que escucha a Dios por antonomasia. La que descubre el querer divino –siempre amoroso por lo demás– para cada instante: nada la distrae de Dios, y así puede agradarle en todo.

Descubrir la Voluntad de Dios, de nuestro Creador y Señor, reclama del hombre un empeño por identificarse con esa Voluntad con todas las fuerzas. Nada de lo que reconocemos como querer divino nos debe resultar indiferente. El buen cristiano vibra en deseos de ver establecida la voluntad divina por todas partes: hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo, rezamos muy frecuentemente. Nos consume la impaciencia, mientras no son las cosas a nuestro alrededor como las quiere Dios; y pedimos perdón por los que no saben valorar ese Señorío y Amor divinos que debe establecerse de modo universal.

Conocemos por la fe que el destino del mundo es inseparable de un triunfo clamoroso y glorioso de Dios ante toda la creación. Diríamos, entonces, que la Voluntad de Dios está llamada a triunfar indudablemente: es omnipotente, como Dios mismo. Por otra parte y en otro sentido, la Voluntad de Dios ha quedado encomendada, en algunos aspectos, como una tarea para el hombre. Decimos, por esto, que debemos cumplir la Voluntad de Dios. Ya que gozamos de capacidad de opción en tantas manifestaciones del comportamiento humano, debemos configurar nuestra vida, entendida como tarea con la que nos vamos adecuando segundo a segundo, con ese querer divino que podemos descubrir. Así, pues, a cada paso, levantando los ojos del espíritu hacia Dios, descubrimos lo que espera de nosotros hoy y ahora, lo que más le agrada entre las varias opciones que se nos presentan. Amarle consiste, desde luego, en escoger aquello que nos "pide", aunque tal vez nos pueda costar.

Si a María nada la distrae de Dios; si, persuadida de su pequeñez y de la grandeza del Creador, únicamente piensa en Él, y en el mundo que debe manifestar su gloria, de modo particular en la vida de los hombres; otro tanto sucede con su querer. La Madre de Dios es, asimismo, la que guarda por antonomasia la divina palabra, la Voluntad de Dios. He aquí la esclava del Señor, declaró ante el arcángel, manifestando así lo que sería el programa de su completa existencia. La vida de María se consuma, pues, plenamente en la condición que su divino Hijo exige a los Bienaventurados, que escuchan la palabra de Dios y la guardan.

Sigamos el consejo de san Josemaría: Invoca a la Santísima Virgen; no dejes de pedirle que se muestre siempre Madre tuya: "monstra te esse Matrem!", y que te alcance, con la gracia de su Hijo, claridad de buena doctrina en la inteligencia, y amor y pureza en el corazón, con el fin de que sepas ir a Dios y llevarle muchas almas.
Dedicatoria Final:

Hermanos en Cristo y amigos míos, quiero compartir con Ustedes, la alegría inmensa y la gratitud que le debo a mi Padre Giussepe Ventrice, a mis Abuelos Paternos Carmela Grillo de Ventrice y Giusseppe Ventrice; por la Devoción a nuestra Señora que trajeran de su aldea natal Zaccanapoli, tierra de mis ancestros, en la cima del Monte Poro, desde donde se ve la inmesidad del Mar Tirreno.
Les agradezco a ellos que hoy ya están cantando, con la gracia de nuestro Señor, las honras a la Madre de Dios, en su advocación de Santa Maria Madonna della Neve; en la Patria Celestial, donde si mi Madre Maria, a quien me enseñaron a honrar y venerar, me permite con su celestial intercesión cantare con ellos alabanzas a Nuestra Señora, por todos los siglos.
Te pido Madre Santa, por mi familia, por la familia de todos mis amigos, por sus queridos difuntos para que estén contigo en la Gloria del Reino de Cristo.
Te pido también Maria por la Patria de mis antepasados Italia y España, para que devuelvas la fe a las que la han perdido, triunfes sobre los herejes, infieles e impíos y hagas brillar por siempre la luz de la única y verdadera fe la Católica, Apostólica y Romana.
Te pido por las intenciones del Santo Padre Benedicto XVI y por la causa de la Restauración plena y en pie de igualdad del Rito de San Pío V o Misa de san Gregorio Magno, permite la unidad de todos los que defendemos la santa tradición y castiga a los impíos que profanan tu templo.
Santa Madre de Dios Maria bajo la advocación de Santa María de las Nieves, a ti encomiendo mis suplicas, la de mis amigos, parientes, superiores y bienhechores. En especial te pido por los buenos sacerdotes y para que nos envíes más buenos, fieles y santos sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles a la verdad y a la liturgia piadosa.
Por ultimo Santa madre te doy gracias por todas las cosas buenas que me has dado en estos años. Gracias santa Maria.

Las imágenes siguientes son: Imagen del Nuestra Señora de las Nieves. Zaccanapoli, Calabria Italia; templo de nuestra Señora de las Nieves, Pila Bautismal de 1686, que procede de un templo más antiguo de la desaparecida ciudad Griega de Aramoi, destruida por los infieles turcos, de esta ciudad Greco Bizantina de Asia Menor, proceden los habitantes de las actuales aldeas de Zacanapoli, Zungri y Zambrone.
¡Viva Santa Maria Madonna della Neve!

José Luis Ventrice.

jueves, 18 de junio de 2009

Letanias de Nuestro Señor Jesuscristo Sacerdote y Victima


LETANÍAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA





Señor ten piedad…. Señor ten piedad

Cristo ten piedad ….. Cristo ten piedad

Señor ten piedad ….. Señor ten piedad

Cristo óyenos….. Cristo óyenos

Cristo escúchanos …. Cristo escúchanos



Dios, Padre celestial …. Ten piedad de nosotros

Dios Hijo, Redentor del mundo “

Dios, Espíritu Santo “

Trinidad Santa, un solo Dios “

Jesús, Sacerdote y Víctima “

Jesús, Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec “

Jesús, Sacerdote que Dios envió a evangelizar a los pobres “

Jesús, Sacerdote que en la última cena instituiste el sacrificio perenne “

Jesús, Sacerdote siempre vivo para interceder por nosotros “

Jesús, Pontifice a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo y la virtud “

Jesús, Pontífice entresacado de los hombres “

Jesús, Pontífice constituido a favor de los hombres “

Jesús, Pontífice de nuestra confesión “

Jesús, Pontífice más alto que la gloria de Moisés “

Jesús, Pontífice del verdadero tabernáculo “

Jesús, Pontífice de los bienes futuros “

Jesús, Pontífice santo, inocente y sin pecado “

Jesús, Pontífice fiel y misericordioso “

Jesús, Pontífice divino y lleno de celo por las almas “

Jesús, Pontífice de eterna perfección “

Jesús, Pontífice que por tu sangre llegaste a los cielos “

Jesús, Pontífice que nos enseñaste un camino nuevo “

Jesús, Pontífice que nos amaste y que lavaste nuestros pecados con tu sangre “

Jesús, Pontífice que te entregaste a Dios como hostia de oblación “

Jesús, Hostia de Dios y de los hombres “

Jesús, Hostia santa e inmaculada “

Jesús, Hostia mansueta “

Jesús, Hostia pacífica “

Jesús, Hostia de propiciación y de alabanza “

Jesús, Hostia de reconciliación y de paz “

Jesús, Hostia para llegar a Dios con toda confianza “

Jesús, Hostia viviente para siempre “



Sé propicio ………. ten compasión de nosotros, Jesús

Sé propicio……….. escúchanos, Jesús



Del temor a la vocación sacerdotal ……. Líbranos, Jesús

Del pecado de sacrilegio “

Del espíritu de lascivia “

De los pensamientos impuros “

Del pecado simoníaco “

De la indigna dispensación del ministerio “

Del amor al mundo y a sus vanidades “

De la indigna celebración de tus Misterios “

Por tu eterno sacerdocio “

Por la santa unción con la que fuiste consagrado sacerdote por Dios Padre “

Por tu espíritu sacerdotal “

Por el ministerio con el que clarificaste a tu Padre “

Jesús, por tu sacrificio cruento hecho una vez para siempre “

Por tu sacrificio renovado cada día en los altares “

Por aquella tuya potestad, que reviste invisiblemente a tus sacerdotes “



Para que conserves en la santa religión al universo orbe sacerdotal …. Te rogamos, escúchanos

Para que los pastores apacienten tu grey según tu corazón “

Para que los llenes de tu espíritu sacerdotal “

Para que los labios sacerdotales proclamen tu ciencia “

Para que envíes obreros que fielmente cultiven tu mies “

Para que te dignes multiplicar los dispensadores de tus misterios .”

Para que perseveren siempre en tu voluntad “

Para que perseveren en su ministerio con docilidad, sean prontos a donarse y constantes en la oración “

Para que por ellos se promueva el culto al Santísimo Sacramento .”

Para que quienes han sido fieles al ministerio reciban el premio eterno “



Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo… Ten piedad de nosotros

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo… Escúchanos Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo…. Ten piedad de nosotros.



Jesús, Sacerdote…. Óyenos

Jesús, Sacerdote…. Escúchanos



Oremos. Oh Dios, Santificador y Guía de tu Iglesia, suscita en Ella, mediante tu Espíritu, idóneos y fieles dispensadores de tus misterios, para que, bajo tu protección, con su ministerio y con el ejemplo, acompañen a todos los cristianos hacia el camino de la salvación. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.



Oh Dios, que mandaste escoger entre aquellos discípulos que oraban y ayunaban a Saulo y a Bernabé para el ministerio por ti escogido, haz lo mismo ahora con tu Iglesia orante y tu, que conoces nuestros corazones, muéstranos a quienes eliges para tu ministerio. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén,







Litaniae Jesus Christi Sacerdotis et Victimae





Kyrie, eleison ...... Kyrie, eleison

Christe, eleison ...... Christe, eleison

Kyrie, eleison ...... Kyrie, eleison

Christe, audi nos ...... Christe, audi nos

Christe, exaudi nos ...... Christe, exaudi nos

Pater de caelis, Deus, ...... miserere nobis

Fili, Redemptor mundi, Deus, ..... miserere nobis

Spiritus Sancte, Deus, ...... miserere nobis

Sancta Trinitas, unus Deus, ...... miserere nobis

Iesu, Sacerdos et Victima, ...... miserere nobis

Iesu, Sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchisedech, ..... miserere nobis

Iesu, Sacerdos quem misit Deus evangelizare pauperibus, .... miserere nobis

Iesu, Sacerdos qui in novissima cena formam sacrificii perennis instituisti, ..... miserere nobis

Iesu, Sacerdos semper vivens ad interpellandum pro nobis, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex quem Pater unxit Spiritu Sancto et virtute, .... miserere nobis

Iesu, Pontifex ex hominibus assumpte, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex pro hominibus constitute, .... miserere nobis

Iesu, Pontifex confessionis nostrae, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex amplioris prae Moysi gloriae, .... miserere nobis

Iesu, Pontifex tabernaculi veri, ... miserere nobis

Iesu, Pontifex futurorum bonorum, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex sancte, innocens et impollute, .... miserere nobis

Iesu, Pontifex fidelis et misericors, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex Dei et animarum zelo succense, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex in aeternum perfecte, ...... miserere nobis

Iesu, Pontifex qui per proprium sanguinem caelos penetrasti, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex qui nobis viam novam initiasti, ..... miserere nobis

Iesu, Pontifex qui dilexisti nos et lavisti nos a peccatis in sanguine tuo, ...... miserere nobis

Iesu, Pontifex qui tradidisti temetipsum Deo oblationem et hostiam, ....... miserere nobis

Iesu, Hostia Dei et hominum, ....... miserere nobis

Iesu, Hostia sancta et immaculata, ...... miserere nobis

Iesu, Hostia placabilis, ..... miserere nobis

Iesu, Hostia pacifica, ..... miserere nobis

Iesu, Hostia propitiationis et laudis, ..... miserere nobis

Iesu, Hostia reconciliationis et pacis, ..... miserere nobis

Iesu, Hostia in qua habemus fiduciam et accessum ad Deum, ..... miserere nobis

Iesu, Hostia vivens in saecula saeculorum, ...... miserere nobis

Propitius esto! ...... parce nobis, Iesu

Propitius esto! ..... exaudi nos, Iesu

A temerario in clerum ingressu, ..... libera nos, Iesu

A peccato sacrilegii, ..... libera nos, Iesu

A spiritu incontinentiae, ..... libera nos, Iesu

A turpi quaestu, ...... libera nos, Iesu

Ab omni simoniae labe, ...... libera nos, Iesu

Ab indigna opum ecclesiasticarum dispensatione, ...... libera nos, Iesu

Ab amore mundi eiusque vanitatum, ....... libera nos, Iesu

Ab indigna Mysteriorum tuorum celebratione, ....... libera nos, Iesu

Per aeternum sacerdotium tuum, ...... libera nos, Iesu

Per sanctam unctionem, qua a Deo Patre in sacerdotem constitutus es, ...... libera nos, Iesu

Per sacerdotalem spintum tuum, ...... libera nos, Iesu

Per ministerium illud, quo Patrem tuum super terram clarificasti, ...... libera nos,

Iesu Per cruentam tui ipsius immolationem semel in cruce factam, ...... libera nos, Iesu

Per illud idem sacrificium in altari quotidie renovatum, ...... libera nos, Iesu

Per divinam illam potestatem, quam in sacerdotibus tuis invisibiliter exerces, ...... libera nos, Iesu

Ut universum ordinem sacerdotalem in sancta religione conservare digneris, ...... Te rogamus, audi nos

Ut pastores secundum cor tuum populo tuo providere digneris, ..... Te rogamus, audi nos

Ut illos spiritus sacerdotii tui implere digneris, ..... Te rogamus, audi nos

Ut labia sacerdotum scientiam custodiant, ...... Te rogamus, audi nos

Ut in messem tuam operarios fideles mittere digneris, ..... Te rogamus, audi nos

Ut fideles mysteriorum tuorum dispensatores multiplicare digneris, ..... Te rogamus, audi nos

Ut eis perseverantem in tua voluntate famulatum tribuere digneris, ..... Te rogamus, audi nos

Ut eis in ministerio mansuetudinem, in actione sollertiam et in orationem constantia concedere digneris, ... Te rogamus, audi nos

Ut per eos sanctissimi Sacramenti cultum ubique promovere digneris, ...... Te rogamus, audi nos

Ut qui tibi bene ministraverunt, in gaudium tuum suscipere digneris, ...... Te rogamus, audi nos

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, ...... parce nobis, Domine

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, ...... exaudi nos, Domine

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, ...... miserere nobis, Domine

Iesu, Sacerdos, ...... audi nos

Iesu, Sacerdos, ...... exaudi nos.

Oremus

Ecclesiae tuae, Deus, sanctificator et custos, suscita in ea per Spiritum tuum idoneos el fideles sanctorum mysteriorum dispensatores, ut eorum ministerio el exemplo christiana plebs in viam salutis te protegente dirigatur. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

Deus, qui ministrantibus et ieiunantibus discipulis segregari iussisti Saulum et Barnabam in opus ad quod assumpseras eos, adesto nunc Ecclesiae tuae oranti, et tu, qui omnium corda nosti, ostende quos elegeris in ministerium. Per Christum Dominum nostrum. Amen.






ORACIÓN PARA L’AÑO SACERDOTAL



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Señor Jesús:



En San Juan María Vianney Tu has querido dar a la Iglesia la imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral.



Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este Año Sacerdotal.



Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía; aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra el Maligno.



Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.



Haz también que en nuestras comunidades – como en aquel entonces la de Ars – sucedan aquellas maravillas de gracia, que tu haces que sobrevengan cuanto un sacerdote sabe “poner amor en su parroquia”.



Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa – donde puedan encontrar siempre a tus ministros – y sepan convertir su casa así de bonita como una iglesia.



Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.



Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:



“Te amo, mi Dios, y mi solo deseo

es amarte hasta el último respiro de mi vida.

Te amo, oh Dios infinitamente amable,

y prefiero morir amándote

antes que vivir un solo instante si amarte.

Te amo, Señor, y la única gracia que te pido

es aquella de amarte eternamente.

Dios mío, si mi lengua

no pudiera decir que te amo en cada instante,

quiero que mi corazón te lo repita

tantas veces cuantas respiro.

Ti amo, oh mi Dios Salvador,

porque has sido crucificado por mi,

y me tienes acá crucificado por Ti.

Dios mío, dame la gracia de morir amándote

y sabiendo que te amo”. Amen.

sábado, 13 de junio de 2009

Letanías al Sagrado Corazón de Jesús


Kyrie, eléison.

Kyrie, eléison.

Christe, eléison.

Christe, eléison.

Kyrie, eléison.

Kyrie, eléison.

Christe, audi nos.

Christe, audi nos.

Christe, exáudi nos.

Christe, exáudi nos.

Pater de caelis, Deus, miserére nobis.

Fili, Redémptor mundi, Deus, miserére nobis.

Spiritus Sancte Deus,miserére nobis.

Sancta Trinitas, unus Deus, miserére nobis.

1. Cor Jesu, Filii Patris aeterni, miserére nobis.

2. Cor Jesu, in sinu Vírginis Matris a Spíritu Sancto formátum, miserére nobis.

3. Cor Jesu, Verbo Dei substantiáliter unítum, miserére nobis.

4. Cor Jesu, majestatátis infinitae, miserére nobis.

5. Cor Jesu, Templum Dei sanctum, miserére nobis.

6. Cor Jesu, Tabernáculum Altíssimi, miserére nobis.

7. Cor Jesu, domus Dei et porta coeli, miserére nobis.

8. Cor Jesu, fornax ardens caritátis, miserére nobis.

9. Cor Jesu, justítiae et amóris receptáculum, miserére nobis.

10. Cor Jesu, bonitáte et amóre plenum, miserére nobis.

11. Cor Jesu,virtútum ómniun abyssus, miserére nobis.

12. Cor Jesu, omni laude digníssimun, miserére nobis.

13. Cor Jesu, rex et centrum ómnium córdium, miserére nobis.

14. Cor Jesu, in quo sunt omnes thresáuri sapiéntiae et scióntiae, miserére nobis.

15. Cor Jesu, in quo hábitat omnis plenitúdo divinitatis, miserére nobis.

16. Cor Jesu, in quo Pater sibi bene complácuit, miserére nobis.

17. Cor Jesu, de cujus plenitúdine omnes nos accépimus, miserére nobis.

18. Cor Jesu, desidérium cóllium aeternórum, miserére nobis.

19. Cor Jesu, pátiens el multae misericórdiae, miserére nobis.

20. Cor Jesu, dives in omnes qui ínvocant Te, miserére nobis.

21. Cor Jesu, fons vitae et sanctitátis, miserére nobis.

22. Cor Jesu, propitiátio pro peccátis nostris, miserére nobis.

23. Cor Jesu, saturátum oppróbriis, miserére nobis.

24. Cor Jesu, attrítum propter scélera nostra, miserére nobis.

25. Cor Jesu, usque ad mortem obédiens factum, miserére nobis.

26. Cor Jesu, láncea perforátum, miserére nobis.

27. Cor Jesu, fons totíus consolatiónis, miserére nobis.

28. Cor Jesu, vita et resurréctio nostra, miserére nobis.

29. Cor Jesu, pax et reconciliátio nostra, miserére nobis.

30. Cor Jesu, víctima peccatórum, miserére nobis.

31. Cor Jesu, salus in Te sperántium, miserére nobis.

32. Cor Jesu, spes in Te moriéntium, miserére nobis.

33. Cor Jesu, delíciae sanctórum ómnium, miserére nobis

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Parce nobis Dómine.

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Exáudi nos Dómine.

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Miserére nobis.

V. Jesu, mitis et húmilis corde.

R. Fac cor nostrum secúndum cor tuum.

Oración

Omnipotente y sepiterno Dios, mira el Corazón de tu amadisimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te da en nombre de los pecadores, y aplacado por sus divinos homenajes, perdona a los que imploran su divina clemencia, en nombre de este mismo Jesucristo, tu Hijo, que, siendo Dios, contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amen.

Español

Señor, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, óyenos.

Jesucristo, escúchanos.

Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Oh Dios Hijo, Redentor de mundo, ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, que sois un solo Dios, ten piedad de nosotros.

1. Corazón de Jesús, Hijo del Padre eterno, ten piedad de nosotros.

2. Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.

3. Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros.

4. Corazón de Jesús, de infinita majestad, ten piedad de nosotros.

5. Corazón de Jesús, Templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.

6. Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.

7. Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten piedad de nosotros.

8. Corazón de Jesús, ardiente hogera de caridad, ten piedad de nosotros.

9. Corazón de Jesús, santuario de justicia y amor, ten piedad de nosotros.

10. Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten piedad de nosotros.

11. Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.

12. Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.

13. Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.

14. Corazón de Jesús, en el cual se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.

15. Corazón de Jesús, en el cual reside toda plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.

16. Corazón de Jesús, objeto de las complacencias del Padre, ten piedad de nosotros.

17. Corazón de Jesús, cuya plenitud se derrama sobre todos nosotros, ten piedad de nosotros.

18. Corazón de Jesús, deseo de los collados eternos, ten piedad de nosotros.

19. Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, ten piedad de nosotros.

20. Corazón de Jesús, liberal con todos los que te invocan, ten piedad de nosotros.

21. Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.

22. Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.

23. Corazón de Jesús, colmado de oprobios, ten piedad de nosotros.

24. Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.

25. Corazón de Jesús, obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.

26. Corazón de Jesús, atravesado por una lanza, ten piedad de nosotros.

27. Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.

28. Corazón de Jesús, vida y resurección nuestra, ten piedad de nosotros.

29. Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.

30. Corazón de Jesús, víctima de los pecados, ten piedad de nosotros.

31. Corazón de Jesús, salvación de los que esperan en Tí, ten piedad de nosotros.

32. Corazón de Jesús, esperanza en los que mueren en Tí, ten piedad de nosotros.

33. Corazón de Jesús, delicias de todos los santos, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor.

Cordero de Dios, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nostros.

V. Jesús, manso y humilde de corazón.

R. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.


Oración

Omnipotente y sepiterno Dios, mira el Corazón de tu amadisimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te da en nombre de los pecadores, y aplacado por sus divinos homenajes, perdona a los que imploran su divina clemencia, en nombre de este mismo Jesucristo, tu Hijo, que, siendo Dios, contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amen.

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD


Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:


(Se ora en silencio pidiendo el favor)

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?

A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.

Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.

Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.

Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.

Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.

Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).

Acto de Desagravio al Sagrado Corazón de Jesús


ACTO DE DESAGRAVIO DE PÍO XI

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 1 de junio de 2009

EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES


EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES

Publicado por orden de Su Santidad León XIII



En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Salmo 67.
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Súplica a San Miguel Arcángel.
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.

La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20). Sigue…

Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).

Padre nuestro …

Las Preces leoninas


Un rito una tradición olvidada, que debe rezar se una vez concluida la Santa Misa Gregoriana y aun los fieles que asisten al Novus Ordus para invocar la Protección de San Miguel Arcángel y del sagrado Corazón de Jesus.
Recuperemos estas hermosas oraciones por la Unidad de la Iglesia y para la derrota del maligno. José Luis Ventrice.

LAS PRECES LEONINAS

El siguiente artículo fue publicado por Roma Aeterna. Una Voce.

No se puede negar que, a pesar de la firme voluntad del Papa de poner orden en lo que a la Sagrada Liturgia en el ámbito latino se refiere (secundado por la Congregación para el Culto Divino y la Pontificia Comisión Ecclesia Dei), reina aún la confusión en este campo. Décadas de experimentaciones, extralimitaciones y abusos desgraciadamente no se pueden borrar de un plumazo, ya que han creado atavismos y formas mentales que hacen olvidar que el culto público debido a Dios es obra de Cristo y de la Iglesia (como enseñó Pío XII) y no está sujeto al capricho personal de nadie, aunque se trate de obispo o aun cardenal. Hoy en día, a pesar de que la época que podríamos llamar “salvaje” de las celebraciones litúrgicas felizmente ya ha pasado, quedan no obstante resabios de rebeldía y, sobre todo, una cierta tendencia a decidir sobre elementos de los sagrados ritos que no son ad libitum, sino que están perfectamente reglamentados. Y esto se ha llegado a contagiar incluso inconscientemente a no pocos de quienes se acogen a los libros litúrgicos del usus antiquior del rito romano, como se ve en la difundida práctica de omitir completamente, al final de las misas rezadas, las preces leoninas, que, sin embargo, continúan estando vigentes con toda fuerza de obligatoriedad.

Como se recordará, el sacerdote, después del último evangelio desciende al plano del altar y se arrodilla para recitar tres avemarías, una salve con versículo y oración, el exorcismo corto de San Miguel y tres jaculatorias al Sagrado Corazón de Jesús. Tras lo cual se levanta, sube a la predela del altar para tomar el cáliz y retirarse hacia la sacristía. Pues bien, en varios lugares en los que se sigue la liturgia romana extraordinaria hemos podido comprobar cómo sacerdotes, por otra parte buenos y observantes, acaban la misa con el último evangelio y, todo lo más, se marchan al son de alguna antífona mariana o algún otro motete o cántico. Y no se trata de misas solemnes o cantadas, de misas conventuales o de circunstancia, en cuyo caso naturalmente se omiten las preces leoninas a tenor de la norma vigente. Hablamos de misas cotidianas, simplemente rezadas, las que antes se llamaban misas “privadas” (por razón de la solemnidad, no porque la misa sea un acto privado, que no lo es nunca). Aquí nos hallamos frente a un claro abuso, cometido probablemente por inadvertencia o por ignorancia y hasta conscientemente pero en buena fe.

Digámoslo claro: las preces leoninas no han sido suprimidas y continúan perfectamente vigentes a estar a la edición del Misal Romano de 1962, que se rige por el código de rúbricas de 1960 y los decretos complementarios de la entonces Sagrada Congregación de Ritos. Por lo que concretamente respecta a aquéllas, la última disposición que sirve de referente es el decreto de este dicasterio que lleva fecha del 9 de marzo de 1960. En él se disponen dos cosas: a) que las preces leoninas pueden suprimirse en las misas denominadas “dialogadas”, y b) que pueden recitarse en lengua vernácula. De todos modos, esto ha de interpretarse como una concesión y no como un mandato, ya que el texto del decreto dice “possunt” y no “debent”. Es decir, queda salva la posibilidad de seguir recitando las preces leoninas incluso en las misas dialogadas y en latín. En cualquier caso, las preces leoninas, aunque en un ámbito quizás más restringido que antes, siguen estando en vigor y son obligatorias, y nada excusa su omisión fuera de los casos permitidos por la legislación litúrgica. A nuestro modesto entender, no sólo son obligatorias, sino muy convenientes, especialmente en estos tiempos de sorda persecución contra la Iglesia y de encarnizamiento contra la persona del Santo Padre felizmente reinante.


Reflexionemos un momento en el hecho de que las preces leoninas fueron instituidas en circunstancias muy parecidas a las que nos está tocando vivir. En 1859, el beato Pío IX dispuso que todos los sacerdotes en el territorio de los Estados Pontificios rezaran de rodillas, inmediatamente después de la misa y juntamente con el pueblo, tres avemarías y una salve seguidas de una oración pidiendo la intercesión de los santos para conjurar los graves peligros que amenazaban el poder temporal de la Iglesia por obra de los sectarios. Éstos, no se olvide, llevaban a cabo una campaña de desprestigio y de odio contra el papa Mastai, semejante a la que hoy se desarrolla contra Benedicto XVI (el nivel de inquina contra el beato Pío IX era tal que durante sus funerales se llegó a pretender lanzar al Tíber el féretro con sus restos mortales, lo cual fue evitado a duras penas). Las preces ordenadas por aquél continuaron rezándose aún después de la caída de Roma y la expoliación sardo-piamontesa, pues el nuevo régimen emprendió una política anticlerical (con desamortización incluida). En 1884, León XIII renovó el mandato de rezar las oraciones de su predecesor y las extendió a todo el mundo para obtener la libertad de la Iglesia en Alemania, perseguida por Bismarck y su Kulturkampf. Después de la pacificación con el Reich, el mismo papa ordenó tres años más tarde que las preces pianas se rezaran por la conversión de los pecadores, pero modificó la oración después de la salve y añadió otra en forma de exorcismo dirigida a San Miguel Arcángel. Desde entonces pasaron a llamarse preces leoninas. En 1904, san Pío X añadió la triple invocación al Sagrado Corazón de Jesús. Finalmente, Pío XI -que había presenciado de cerca los horrores del comunismo cuando, antes de ser papa, fue nuncio en Polonia- estableció que las preces leoninas se ofrecieran por la conversión de Rusia.

Hay que decir que estas plegarias tan útiles no son propiamente litúrgicas, debiendo ser consideradas como un ejercicio de devoción privada (de ahí que se omitan en las misas que revisten solemnidad). Por eso se las ha querido eliminar en más de una ocasión de la recitación pública. Según refiere el P. Jungmann en su clásico libro El Sacrificio de la Misa (Missarum Sollemnia), en una sesión de la Sagrada Congregación de Ritos que tuvo lugar en 1928 se planteó su supresión y cuando ya todos estaban de acuerdo en ello, se levantó un anciano cardenal que peroró a favor de esas preces aduciendo que León XIII le había confiado que quería contrarrestar con ellas a la Francmasonería (cuyas intrigas contra la Iglesia había denunciado en su encíclica Humanum genus de 1884). Este argumento convenció a los asistentes a la sesión, que decidieron mantenerlas después de todo. Testigo de la escena fue el reverendo Franz Brehm, de la importante editorial litúrgica Pustet de Ratisbona, que fue quien se la contó al P. Jungmann. Dado que las circunstancias de entonces no han cambiado sino que, al contrario, han empeorado debido a la laicización y apostasía contemporáneas, no vemos por qué justo ahora pueda considerarse que las preces leoninas son inútiles.

Sí quizás podría modificarse la postura del sacerdote que las dice, ya que no se comprende bien por qué ha de arrodillarse con todos los ornamentos de sacrificador habiendo acabado la misa para recitar unas oraciones no litúrgicas. Sería conveniente que pudiera pronunciarlas de pie, aunque el resto de la asistencia continúe estando de rodillas. Pero hoy por hoy está mandada otra cosa y a ello hemos de atenernos hasta que la autoridad competente en materia litúrgica disponga otra cosa. No podemos criticar con autoridad moral las desviaciones en el culto de aquellos que reivindicaban -y persisten en reivindicar- “libertad”, “originalidad”, “creatividad”, “espontaneidad”, y han hecho mangas y capirotes de la acción sagrada, si caemos en la misma desobediencia a las rúbricas (aunque sea por buena voluntad) y comenzamos a suprimir cosas que nos parecen superfluas u obsoletas. Así comenzó la revolución litúrgica. Sigamos más bien el ejemplo de Santa Teresa, la cual decía que “habría dado la vida por la menor de las rúbricas” con lo cual expresaba un auténtico amor a lo que es en el fondo la liturgia: obra de Dios.




Decreto de la S. Congregación de Ritos
sobre las preces leoninas


Han preguntado algunos Ordinarios de lugar a la Sagrada Congregación de Ritos si el Decreto núm. 4.305, de 20 de junio de 1913, que permite que puedan omitirse las preces al fin de la Misa, cuando la misa se celebra “con alguna solemnidad”, puede extenderse también a las misas dichas “dialogadas”, que se tienen según la Instrucción de la S. Congregación de Ritos de 3 de septiembre de 1958, núm. 31.

Y la S. Congregación de Ritos, oído el parecer de la Comisión Litúrgica, ha juzgado que debe contestarse:

Affirmative et ad mentem.

La mente es: que las llamadas “Preces Leoninas” pueden omitirse:

1.- Cuando se celebra la Misa de Desposorios, o con ocasión de primera Comunión, Comunión general, sagrada Confirmación, Ordenación sagrada o Profesión religiosa.

2.- Cuando se siga inmediata y legítimamente alguna otra función o ejercicio piadoso.

3.- Cuando se tenga homilía en medio de la Misa.

4.- Cuando se celebra Misa dialogada, pero sólo en los domingos y días de fiesta.

5.- Además, los Ordinarios de lugar pueden permitir que dichas preces se digan en lengua vernácula, según texto aprobado por ellos.

Habiendo manifestado el infrascrito Cardenal Prefecto de la S. Congregación de Ritos todas estas cosas a nuestro Santísimo Señor Juan Papa XXIII, Su Santidad se ha dignado benignamente aprobar y confirmar la respuesta de la misma Sagrada Congregación. Sin que obste nada en contrario.

Día 9 de marzo de 1960.

L+S


C. Cardenal Cicognani, Prefecto

Enrico Dante, Secretari

jueves, 30 de abril de 2009

A Jesus Sacramentado


Oración
Oh saludable Hostia que abres la puerta del cielo; en los ataques del enemigo danos fuerza, concédenos tu auxilio.
Al Señor Uno y Trino se atribuye eterna gloria; y Él, vida sin término nos otorgue en la Patria Celestial.
Amén

ORACIÓN DEL PERDÓN
“¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman!”
ORACIÓN DEL ÁNGEL
“¡Santísima Trinidad!, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoro profunda-mente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que ÉL es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
El Ángel de la Paz a los pastorcitos de Fátima, 1916

ALABANZAS DE DESAGRAVIO
· Bendito sea Dios.
· Bendito sea su santo Nombre.
· Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
· Bendito sea el nombre de Jesús.
· Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
· Bendita sea su Preciosísima Sangre.
· Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
· Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
· Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
· Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
· Bendita sea su gloriosa Asunción.
· Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
· Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
· Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. Amen.


ACTO DE DESAGRAVIO A LA SAGRADA HOSTIA
Corazón de Jesús sacramentado Rey de reyes y Señor de los que dominan, míranos postrados ante tu divina majestad, fijo los ojos en esa hostia eucarística, centro de nuestros amores, blanco de nuestras miradas y soberano objeto de nuestras adoraciones, alabanzas y desagravios, dígnate Señor mirar-nos compasivo, otorgarnos tu misericordia y perdonar nuestros pecados, que por ser TU quien eres infinita bondad, me pesa una y mil veces haberos ofendido.
Que la llama sacrosanta de vuestro amor inflame nuestros corazones, ilumine nuestras mentes y purifique nuestros labios, para que en unión de los coros angélicos que circundan tu trono celestial, y este tu trono eucarístico en la tierra cantemos tus loores y alabanzas en desagravio de las horribles blasfemias que contra ti se profieren en esa HOSTIA adorabilísima.
Y tú Virgen María, nuestra madre in-maculada dígnate bendecir y acompañar este humilde homenaje de nuestra fe y el constante tributo de nuestros labios, para que en unión tuya, de los coros angélicos y demás espíritus fervorosa-mente repitamos:
¡HOSTIA PURA!, ¡HOSTIA SANTA!, ¡HOSTIA INMACULADA!
Todos: ¡Seas por siempre bendita y alabada! (se repite nueve veces)
Adoremos y desagraviemos al Señor en todos lo sagrarios del mundo.
R: Y postrados ante El no cesemos en nuestras alabanzas: ¡HOSTIA PURA!,…
Adoremos y desagraviemos al Señor en todos lo sagrarios del mundo.
R: Y postrados ante El no cesemos en nuestras alabanzas: ¡HOSTIA PURA!,…
Oh saludable Hostia que eres la puerta del cielo y el cielo mismo está en ti, henos aquí atribulados y expuestos a la furia de nuestros enemigos, danos fuerza para combatir y auxilio para vencer. Amen.
Te adoramos Sacratísima Hostia, pan vivo, alimento de los Ángeles. Te adoramos Salvador nuestro, en ti creemos, esperamos en ti, te amamos sobre todas las cosas.
Oh sagrado convite en que se recibe al mismo JESUCRISTO, en ti se renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de gracias y nos es dada una prenda de la futura gloria.
Les diste Señor el pan del cielo
R: Que en si contiene todo deleite
Oración: ¡Oh Dios! Que en este sacramento admirable nos dejaste el memo-rial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos amén.
Sea por siempre bendito y alabado el santísimo sacramento del altar.
Sea por siempre bendita y alabada la Santa e Inmaculada concepción de la bienaventurada Virgen María. Amén.
Que la paz del Señor y su Santo Espíritu estén siempre con nosotros, amén.

LETANÍA DE REPARACIÓN A NUESTRO SEÑOR EN LA EUCARISTÍA

Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo óyenos.

R: Ten piedad de nosotros

-Dios Hijo, Redentor del mundo,
-Santa Trinidad, un solo Dios,
-Sagrada Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores,
-Sagrada Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros,
-Sagrada Hostia, despreciada por los cristianos tibios,
-Sagrada Hostia, signo de contradicción,
-Sagrada Hostia, entregada a los judíos y herejes,
-Sagrada Hostia, insultada por los blasfemos,
-Sagrada Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales,
-Sagrada Hostia, tirada en el lodo y pisoteada,
-Sagrada Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles,
-Sagrada Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.
*Sé misericordioso con nosotros, Perdónanos, oh Señor.
*Sé misericordioso con nosotros, Escúchanos, oh Señor.

R: Te ofrecemos nuestra reparación

-Por el ultrajante desprecio de este maravilloso Sacramento,
-Por tu extrema humillación en tu Admirable Sacramento,
-Por todas las comuniones indignas,
-Por las irreverencias de los malos cristianos,
-Por la profanación de tus santuarios,
-Por los copones deshonrados y lleva-dos a la fuerza,
-Por las continuas blasfemias de los hombres impíos,
-Por la impenitencia y traición de los herejes,
-Por las conversaciones indignas en tus santos templos,
-Por los profanadores de tus iglesias, a las que han profanado con sus sacrilegios,

R: Te suplicamos, óyenos.

-Para que plazca aumentar en todos los cristianos la reverencia debida a este adorable Misterio,
-Para que te plazca manifestar el Sacramento de tu amor a los herejes,
-Para que te plazca que los insultos de aquellos que te ultrajan sean más bien dirigidos hacia nosotros,
-Para que te plazca misericordiosamente recibir esta nuestra humilde reparación,
-Para que te plazca hacer nuestra adoración aceptable a Ti,
Hostia Pura, Escucha nuestra oración.
Hostia Santa, Escucha nuestra oración.
Hostia Inmaculada, Escucha nuestra oración.
*Cordero de Dios, que quitas los peca-dos del mundo, Perdónanos, oh Señor.
*Cordero de Dios, que quitas los peca-dos del mundo, Benignamente óyenos, oh Señor.
*Cordero de Dios, que quitas los peca-dos del mundo, Ten misericordia de nos-otros.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Mira, oh Señor, nuestra aflicción,
R. Y da gloria a tu Santo Nombre.

Oremos

Señor Jesucristo, que te dignas permanecer con nosotros en tu maravilloso Sacramento hasta el final del mundo, para darle a tu Padre, por la memoria de tu Pasión, gloria eterna, y para darnos a nosotros el Pan de vida eterna: concédenos la gracia de llorar, con corazones llenos de dolor, por las injurias que Tú has recibido en este Misterio adorable, y por los muchos sacrilegios que cometen los impíos, los herejes y los católicos.
Inflámanos con deseo ardiente de reparar todos estos insultos a los que, en tu infinita misericordia, has preferido exponerte antes que privarnos de tu Presencia en nuestros altares. Tú, que con Dios Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén


ALABANZA
Alabado, adorado, amado y correspondido sea, a cada momento, el Corazón eucarístico de Jesús en todos los tabernáculos del mundo, hasta la consumación de los siglos. Así sea.

ORACIÓN A JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
¡Oh Divino Jesús! Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.
¡Oh Jesús amantísimo!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos de cuerpo y alma cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por estos tus humildes siervos, para que podamos servirte cada día mejor Señor.
Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo. Amén.
ORACIÓN
¡Oh Jesús, Sacerdote eterno! Guarda a tus Sacerdotes bajo la protección de tu Sagrado Corazón, donde nada pueda mancillarlos; guarda inmaculadas sus manos ungidas que tocan cada día tu Sagrado Cuerpo; guarda inmaculados sus labios diariamente teñidos con tu preciosa Sangre; guarda puros y despejados de todo afecto terrenal sus corazones, que Tú has sellado con la sublime marca del sacerdocio.
Que tu santo amor los rodee y los preserve del contagio del mundo. Bendice sus tareas apostólicas con abundantes frutos y haz que las almas confiadas a su celo y dirección sean su alegría en la tierra, y su hermosa e inmarcesible corona en el cielo. Amén.
(Recítese ante el Santísimo expuesto o ante el Sagrario, para que el Señor dé a su Iglesia abundantes Sacerdotes Santos).

Letanias A la Santisima Virgen para pedir por la restauracion de la Misa Tridentina


LETANÍAS DE LA ORDEN DOMINICANA

Estas Letanías, muy diferentes de las ordinarias, fueron experimentadas como eficacísimas para obtener la protección de Nuestra Señora y su inmediato socorro en las graves tribulaciones. En una persecución promovida contra la Orden Dominicana en el año 1300, el General de la Orden ordenó se recitaran en todos los conventos, con lo que no sólo se obtuvo del cielo el cese de las persecuciones, sino que la Orden Dominicana fuera tenida en gran veneración y colmada de justos honores. Por ese feliz suceso se decía: Cavete a Litaniis Fratum Prædicatorum qui mirabilia faciunt (Guardaos de las letanías de los Hermanos Predicadores, porque obran maravillas)



Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros
Trinidad Santa un solo Dios, ten piedad de nosotros

Santa María, esperanza de los desgraciados y dulce consuelo de los atribulados, ruega por nosotros.
Santa María, Madre Santísima de Cristo,...
Santa María, Madre Virgen...
Santa María, Madre inviolada...
Santa María, Virgen de las Vírgenes...
Santa María, Virgen perpetua...
Santa María, llena de la Gracia de Dios...
Santa María, hija del Rey Eterno...
Santa María, Madre y Esposa de Cristo...
Santa María, Templo del Espíritu Santo...
Santa María, Reina de los cielos...
Santa María, Señora de los ángeles...
Santa María, Escala de Dios...
Santa María, Puerta del Paraíso...
Santa María, Madre y Señora nuestra...
Santa María, verdadera esperanza nuestra...
Santa María, nueva Madre nuestra...
Santa María, fe de todos los fieles...
Santa María, caridad perfecta de Dios...
Santa María, Emperatriz nuestra...
Santa María, fuente de dulzura...
Santa María, Madre de misericordia...
Santa María, Madre del Príncipe Eterno...
Santa María, Madre del verdadero Consejo...
Santa María, Madre de la verdadera fe...
Santa María, resurrección nuestra...
Santa María, por quien toda criatura se renueva...
Santa María, generadora de la Luz eterna...
Santa María, portadora del que todo lo lleva...
Santa María, virtud de la Encarnación divina...
Santa María, sala del tesoro celestial...
Santa María, generadora del que todo lo hace...
Santa María, arcano del celestial consejo...
Santa María, verdadera salud nuestra...
Santa María, tesoro de los fieles...
Santa María, hermosísima Señora nuestra...
Santa María, Iris lleno de alegría...
Santa María, Madre del verdadero gozo...
Santa María, camino nuestro hacia el Señor...
Santa María, abogada nuestra...
Santa María, estrella clarísima del cielo...
Santa María, más brillante que la luna...
Santa María, más refulgente que el sol...
Santa María, Madre del Dios eterno...
Santa María, que ahuyentas las tinieblas de la noche eterna...
Santa María, que borras el decreto de nuestra perdición...
Santa María, fuente de la verdadera sabiduría...
Santa María, luz de la recta conciencia...
Santa María, inestimable alegría nuestra...
Santa María, premio nuestro...
Santa María, deseo de la celestial patria...
Santa María, espejo de contemplación divina...
Santa María, la más bienaventurada entre las bienaventuradas...
Santa María, Señora clementísima...
Santa María, consoladora de los que a Ti recurren...
Santa María, llena de piedad...
Santa María, sobreabundante de toda dulzura...
Santa María, hermosura de los ángeles...
Santa María, flor de los patriarcas...
Santa María, humildad de los profetas...
Santa María, tesoro de los apóstoles...
Santa María, elogio de los mártires...
Santa María, glorificación de los sacerdotes...
Santa María, decoro de las vírgenes...
Santa María, lirio de la castidad...
Santa María, bendita entre todas las mujeres...
Santa María, reparación de todos los espiritualmente desvalidos...
Santa María, alabanza de todos los justos...
Santa María, conocedora de los secretos de Dios...
Santa María, la más santa entre todas las mujeres...
Santa María, esclarecidísima Señora...
Santa María, perla del celestial Esposo...
Santa María, Palacio de Cristo...
Santa María, Virgen Inmaculada...
Santa María, templo del Señor...
Santa María, gloria de Jerusalén...
Santa María, Hija de Dios...
Saeta María, Esposa amadísima de Cristo...
Santa María, Estrella del mar...
Santa María, extiende tu mano y toca nuestro corazón para que nos libres a nosotros los pecadores...
Santa María, diadema sobre la cabeza del soberano Rey...
Santa María, dignísima de todo honor...
Santa María, llena de toda dulzura...
Santa María, mérito del reino celestial...
Santa María, entrada a la celestial vida...
Santa María, puerta cerrada y sólo abierta al Príncipe del cielo...
Santa María, por quien llegamos al Señor...
Santa María, rosa inmarcesible...
Santa María, las más preciosa entre las puras...
Santa María, más deseable que todo tesoro...
Santa María, más elevada que el cielo...
Santa María, más limpia que los Ángeles...
Santa María, alegría de los Arcángeles...
Santa María, júbilo de todos los santos...
Santa María, honor, alabanza, gloria y confianza nuestra...

Hija de Dios, María, míranos.
Hija de Joaquín, María, ámanos.
Hija de Ana, María, recíbenos.

Cordera de Dios, puerta de la Esperanza, llévanos al Hijo.
Cordera de Dios, júntanos a El, virginal lirio.
Cordera de Dios, danos después del destierro el reino del descanso.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de NSJ

V. Dígnate recibir mis alabanzas, Virgen Sagrada.
R. Dame fortaleza contra mis enemigos

V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.


Te rogamos, Señor Dios,
por la intercesión de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen María
y todos sus Santos,
defiendas de toda adversidad nuestra Casa y Congregación
y la protejas de todas las asechanzas de los enemigos.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Que como se protegio a la Orden de santo Domingo ahora nuestra Señora proteja nuestra causa. Dios con nosotros. Jose Luis Ventrice