CUANDO NO SE PUEDE ASISTIR A LA SANTA MISA
Sabemos que el tercer mandamiento, santificarás las fiestas,
nos manda honrar a Dios con obras de culto en los días de fiesta, es decir, los
Domingos y otras Festividades establecidas por la Iglesia.
LA ANTE-MISA o MISA DE LOS CATECÚMENOS
El sacerdote ingresa al Santuario:
1
La preparación
Las preces al pie del Altar tienen por finalidad purificar
el alma, tanto del Sacerdote como de los fieles, y hacerlos entrar en oración.
Estas preces comienzan por la Señal de la Cruz y el
versículo “Me acercaré al Altar de Dios, al Dios que llena de alegría mi
juventud”, del Salmo 42, por el cual ponemos toda nuestra confianza en Dios.
Este Salmo se omite en las Misas de Difuntos y en el Tiempo litúrgico de Pasión.
2
Inmediatamente después del Salmo 42, el sacerdote, profunda
y humildemente inclinado delante de Dios, confiesa que es hombre frágil y
pecador, recitando el Confiteor.
Siguiendo el ejemplo del Sacerdote, todos y cada uno de los
asistentes se confiesan pecadores delante de Dios y de los hombres, recitando
la misma fórmula de confesión.
3
El Confíteor es un Sacramental que perdona los pecados
veniales de quienes lo rezan con verdadero dolor de sus pecados:
Confiteor Deo omnipotenti, Beatæ Mariæ semper Virgini, Beato
Michaeli Archangelo, Beato Ioanni Baptistæ, Sanctis Apostolis Petro et Paulo,
omnibus Sanctis, et tibi Pater; quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere;
mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa. Ideo precor Beatam Mariam semper Virginem, Beatum Michaelem Archangelum,
Beatum Ioannem Baptistam, Sanctos Apostolos Petrum et Paulum, omnes Sanctos, et
te Pater, orare pro me ad Dominum, Deum nostrum.
Quien se hallare en pecado mortal, es necesario que haga un
acto de contrición lo más perfecto posible, con la intención de confesarse en
cuanto pueda.
Al llegar al Altar, lo primero que hace el sacerdote es
besarlo, como señal de respeto y de amor a Jesucristo, representado por el Ara,
así como para venerar las reliquias de los Santos, que se encuentran en ella, y
pedir una vez más el perdón de los pecados en consideración a los méritos de
los Santos.
4
Al beso del Altar sigue el Introito, que quiere decir
entrada. Se trata de un canto procesional, que antiguamente era más largo y se
entonaba cuando el oficiante con sus ministros se dirigían al Altar para
celebrar los divinos misterios.
Ver el Introito propio del día de hoy.
5
Se reza del lado de la Epístola del Altar. El Sacerdote, al
empezar el Introito, hace la Señal de la Cruz sobre sí mismo.
En las Misas de Difuntos, en lugar de signarse a sí mismo,
da la bendición sobre el Misal para significar que va a implorar, como gracia
especial, la misericordia de Dios sobre las Almas de los Fieles Difuntos.
6
El Introito tiene un profundo sentido litúrgico, porque en
él se anuncia y comenta brevemente el Misterio o la Fiesta que el Santo
Sacrificio solemniza.
Debemos leerlo, procurando que nuestra alma se llene de los
sentimientos que él expresa.
Después del Introito siguen los Kyrie, palabras griegas que
quieren decir Señor, ten piedad y Cristo, ten piedad.
El Kyrie de la Misa se reza en el centro del Altar, y consta
de nueve invocaciones: las tres primeras se dirigen a Dios Padre, las tres
segundas a Dios Hijo y las últimas a Dios Espíritu Santo.
7
Kyrie,
eleison – Kyrie, eleison -Kyrie, eleison
Christe,
eleison – Christe, eleison – Christe, eleison
Kyrie, eleison – Kyrie, eleison – Kyrie, eleison
Cuando tiene lugar, inmediatamente después del Kyrie sigue
el Gloria in excelsis Deo, cántico de alabanza a la Santísima Trinidad,
continuación y ampliación del Canto de los Ángeles el día de Navidad.
8
Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonæ
voluntatis. Laudamus Te, Benedicimus Te, Adoramus Te, Glorificamus Te. Gratias
agimus tibi propter magnam gloriam tuam, Domine Deus, Rex cælestis, Deus Pater
omnipotens. Domine fili unigenite, Iesu Christe, Domine Deus, Agnus Dei, Filius
Patris, Qui tollis peccata mundi, miserere nobis. Qui tollis peccata mundi,
suscipe deprecationem nostram. Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.
Quoniam tu solus sanctus, Tu solus Dominus, Tu solus Altissimus, Iesu Christe,
Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen.
Se lo omite en las Misas de Difuntos, durante el Adviento,
Septuagésima, Cuaresma y en las ferias durante el año.
Después del Gloria, el sacerdote besa el Altar, se vuelve
hacia los fieles, dice con las manos extendidas Dominus vobiscum
9
Va hacia el Misal, dice Oremus, y reza la oración llamada
Colecta, que significa reunida, porque ella compendia y resume todos los votos
y deseos de los fieles.
Ver texto de la Colecta en el propio del día.
Generalmente se distinguen cuatro partes en ella: La
invocación a Dios; la referencia al Misterio o Santo del día; la petición con
relación al Misterio o Santo cuya fiesta se celebra; y la conclusión, que en
distintas formas, recuerda siempre la mediación poderosa de Jesucristo Nuestro
Redentor.
10
++++
LA ANTE-MISA
La instrucción
Sigue la lectura de un trozo de la Sagrada Escritura, cuyo
objeto es suministrar a los fieles el alimento sólido y necesario de la Palabra
de Dios.
Ver texto de la Epístola en el propio del día.
Esta lectura se le llama Epístola porque los pasajes de la Biblia
más leídos en este momento son las Epístolas o Cartas de San Pablo.
A la Epístola le sigue el rezo del Gradual.
Consta de una Antífona y de un Versículo.
Su finalidad es mover a devoción a los fieles comentando con
palabras de la Sagrada Escritura la lectura de la Epístola.
A continuación se reza el Aleluya, palabra hebrea que
significa alabad a Dios.
11
Se reza siempre después del Gradual, excepto durante la
Septuagésima y la Cuaresma, en que se reemplaza por el Tracto.
Se llama Canto Aleluyático al versículo que casi siempre
acompaña al Aleluya.
Durante la Pascua se cambia el Gradual por el doble Aleluya.
Ver texto del Gradual (Tracto) y del Aleluya en el propio
del día.
Algunas Fiestas tienen una Secuencia, es decir, una
prolongación del Aleluya, una especie de himno sagrado en que se canta el
misterio que se celebra.
Solamente seis Misas en el año eclesiástico tienen
Secuencia: la de Pascua de resurrección, la de Pentecostés, la de Corpus
Christi, las dos de los Dolores de María, y la de Difuntos.
Ver texto de la Secuencia en el propio del día.
El sacerdote se dispone por la oración al anuncio del Santo
Evangelio
12
La lectura del Evangelio es la parte más importante de la
Ante-Misa, porque en él es Jesucristo mismo quien nos habla; de allí los
honores que nuestra Madre la Santa Iglesia tributa al Libro de los Evangelios.
Ver texto del Evangelio en el propio del día.
13
Generalmente, después del Evangelio tiene lugar la
predicación: el sermón u homilía.
La predicación tiene tres ventajas para los fieles: les da a
conocer el verdadero sentido del Evangelio; les hace conocer la Tradición,
contenida en los escritos de los Padres de la Iglesia; y les permite encontrar
en el Evangelio una regla clara y precisa para todas las circunstancias de su
vida.
Aconsejamos leer o escuchar un sermón adaptado al Domingo o
Fiesta del día.
La Ante-Misa se termina con el Credo. Es la respuesta a la
Palabra Divina, escuchada en la Epístola, en el Evangelio y en el Sermón; al
tiempo que es una plegaria pidiendo a Dios aumente nuestra fe para asistir
debidamente a la Misa Sacrificial.
14
Credo in
unum Deum, Patrem omnipotentem, Factorem caeli et terræ, visibilium omnium et
invisibilium. Et in unum Dominum Iesum Christum, Filium Dei unigenitum, et ex
Patre natum ante omnia sæcula, Deum de Deo, Lumen de Lumine, Deum verum de Deo
vero, genitum, non factum, consubstantialem Patri: per quem omnia facta sunt;
qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de cælis, et
incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine et homo factus est,
crucifixus etiam pro nobis sub Pontio Pilato, passus et sepultus est, et
resurrexit tertia die secundum Scripturas, et ascendit in cælum, sedet ad
dexteram Patris, et iterum venturus est cum gloria, iudicare vivos et mortuos;
cuius regni non erit finis. Et in Spíritum Sanctum, Dominum et vivificantem,
qui ex Patre Filioque procedit, qui cum Patre et Filio simul adoratur et
conglorificatur, qui locutus est per Prophetas. Et unam sanctam catholicam et
apostolicam Ecclesiam. Confiteor unum Baptisma in remissionem peccatorum. Et
expecto resurrectionem mortuorum, et vitam venturi saeculi. Amen.
++++
LA MISA SACRIFICIAL
Por la Antífona llamada Ofertorio, comienza la Misa de los
Fieles.
Es un texto tomado de los Salmos; y al igual que el
Introito, el Gradual y el Verso de la Comunión, es un piadoso comentario del
misterio o fiesta que se celebra.
Ver texto del Ofertorio en el propio del día.
Seguidamente, el sacerdote ofrece la Sagrada Víctima.
Primero eleva la Hostia en la Patena mientras reza la
oración Suscipe, Sancte Pater:
15Recibe, oh Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, esta
Hostia inmaculada, que yo indigno siervo tuyo ofrezco a Ti, que eres mi Dios
vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por
todos los que están presentes; y también por todos los fieles cristianos vivos
y difuntos; para que a mí y a ellos sea de provecho para la salvación y para la
vida eterna. Amén.
Después de haber ofrecido la Hostia, el sacerdote pone vino
en el Cáliz y mezcla con él unas gotas de agua que bendice previamente con la
siguiente oración:
Oh Dios, que maravillosamente formaste la dignidad de la
naturaleza humana, y más maravillosamente la reformaste, concédenos por el
misterio de mezclar esta agua y vino, que seamos participantes de la divinidad
de Aquél que se dignó participar de nuestra humanidad, Jesucristo Hijo tuyo y
Señor nuestro: Que como Dios, vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Después de esto el sacerdote ofrece el Cáliz diciendo la
oración Offerimus Tibi:
16
Te ofrecemos, Señor, el Cáliz de la salud, implorando tu
clemencia: para que suba con suave fragancia hasta la presencia de tu divina
Majestad, por nuestra salvación y por la del mundo entero. Amén.
Siguen otras ceremonias y oraciones, entre ellas el Lavabo.
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Después de la cuales el sacerdote reza en voz baja la
oración llamada Secreta, que al igual que la Colecta y la Postcomunión es una
de las oraciones principales del Propio de la Misa.
Esta oración es precedida por el Orate, frates
18
Ver texto de la Secreta en el propio del día.
Esta oración se dice en voz baja porque acercándose el
momento solemne del Sacrificio, la Iglesia ha entrado ya en un profundo
recogimiento y su voz no es percibida sino de Dios.
Casi todas las oraciones llamadas Secretas, se reducen a
pedir a Dios que se digne recibir favorablemente los dones que están sobre el
Altar, y que por su bondad y gracia nos ponga en estado de serle nosotros
mismos presentados como una hostia agradable a sus divinos ojos.
Empieza la segunda parte de la Misa Sacrificial con el Prefacio,
magnífico himno de acción de gracias que sirve de introducción al Canon.
Tres partes podemos distinguir en el Prefacio: la
introducción, el cuerpo y el Sanctus.
El cuerpo del Prefacio es la parte variable del mismo en la
que se hace mención de los diferentes misterios del Año Litúrgico, tomándolos
como un motivo especial de alabanza y de acción de gracias.
Lee el texto del Prefacio correspondiente en el propio del
día.
Actualmente el Misal Romano tiene quince Prefacios: Navidad,
Epifanía, Cuaresma, Pasión, Pascua, Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad
(que se usa en todos los domingos libres), Cristo Rey, Sagrado Corazón,
Santísima Virgen, San José, Apóstoles, Difuntos, y uno Común.
El Prefacio termina con el Sanctus, que es el himno del Cielo,
en que se alaban la grandeza y poder:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt
cæli el terra gloria tua. Hosanna
in excelsis. Benedictus qui venit in Nomine Domini. Hosanna in excelsis.
19
Se toca la campanilla a la hora del Sanctus para indicar que
el Sacerdote entra en la parte más solemne y sagrada del Sacrificio.
Inmediatamente después del Sanctus comienza el Canon,
palabra que viene del griego y significa Regla, norma fija y casi invariable
que debe seguirse para ofrecer el Santo Sacrificio.
Se le ha llamado también la Acción, esto es, el Misterio de
la Acción Santísima.
20
La primera parte del Canon comprende cinco oraciones que nos
preparan a la Consagración.
Aprovechemos el Memento de los vivos para insertar nuestras
intenciones.
Al pronunciar la oración Han igitur, el sacerdote extiende
sus manos sobre la Hostia y el Cáliz, como en otro tiempo lo hacía el Sumo
Sacerdote sobre la víctima que era inmolada en expiación de los pecados del
pueblo. Jesucristo se sustituye en lugar nuestro, tomando sobre Sí el peso de
nuestros pecados y lavándolos en su Sangre
21
Sigue la doble Consagración, que es el momento más solemne
del Santo Sacrificio.
Esta acción en la Santa Misa tiene un carácter presente y
real, no solamente conmemorativo e histórico.
Por las palabras de la Consagración, que el Sacerdote dice
en Persona de Cristo, toda la substancia del pan se convierte en toda la
substancia del Cuerpo de Cristo.
En la Hostia consagrada está verdadera, real y
substancialmente presente Jesucristo, con su Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad.
Del pan, después de la Consagración, quedan únicamente las
especies o apariencias: color, forma, tamaño, sabor, olor y peso.
22
Después de la Consagración el sacerdote se arrodilla para
adorar a Cristo presente en el Altar; y después eleva la Hostia para que los
fieles la vean y adoren; finalmente, la deposita sobre el corporal y vuelve a
adorarla.
23
Procede inmediatamente a la Consagración del vino, que está
en el Cáliz. Por ella se obra la transubstanciación del vino, y en el Cáliz
está la Sangre de Jesús, Sangre que ha sellado la Nueva y Eterna Alianza entre
Dios y los hombres.
24
Junto con su Sangre Preciosísima está su Cuerpo, Alma y
Divinidad. Al igual que con la Hostia Santa, el sacerdote adora la Preciosísima
Sangre, eleva el Cáliz para que los fieles hagan otro tanto, y lo deposita
sobre el Altar, adorando nuevamente el precio de nuestra Redención.
En la doble Consagración del pan y del vino está la esencia
del Sacrificio de la Misa. Jesús acaba de inmolarse sacramentalmente en el
Altar, renovando incruentamente su Sacrificio de la Cruz.
25
Siguen otras cinco oraciones muy hermosas por las cuales se
ofrece la divina Víctima.
Aprovechemos el Memento de los difuntos para rezar por el
descanso eterno del alma de nuestros difuntos y por la de aquellos por los que
nos han pedido que recemos.
Concluye el Canon por una magnífica Doxología, el Per Ipsum…
Por Él mismo, y con Él mismo, y en Él mismo, a Ti, Dios
Padre todopoderoso, en unidad del Espíritu Santo te sea dada toda honra y
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Comienza ahora la preparación para la Comunión.
La primera oración escogida por la Iglesia es el Pater
Noster, oración perfecta que encierra en sí todas las peticiones que podemos
hacer a Dios en la Comunión.
Sigue al Pater Noster la oración Líbera nos…, que es el
desarrollo de la última petición del Pater Noster:
Te rogamos, Señor, nos libres de todos los males pasados,
presentes y venideros; y por la intercesión de la bienaventurada y gloriosa
siempre Virgen Madre de Dios, María, con tus bienaventurados Apóstoles Pedro y
Pablo, y Andrés, y todos los Santos danos propicio la paz en nuestros días,
para que ayudados con el auxilio de tu misericordia, vivamos siempre libres de
pecado, y seguros de toda perturbación.
Llegamos a la triple invocación Agnus Dei, en la que con
fervorosa insistencia pedimos al Señor tenga misericordia de nosotros y nos
conceda la Paz que encierra todos los dones.
26
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis
Agnus Dei qui tollis peccata mundi, miserere nobis
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, dona nobis pacem
27
En las Misas de Difuntos se repite el pedido del eterno
descanso para las Almas de los difuntos.
Siguen las tres oraciones preparatorias a la Comunión.
La primera oración está inspirada en el discurso de Nuestro
Señor después de la Cena; se pide en ella la paz, aquella paz que Cristo dejó a
sus Apóstoles y que no es otra sino la paz de la conciencia.
Esta oración no se dice en las Misas de Difuntos.
28
En la segunda oración se recuerda el misterio de la
Encarnación y el de la Redención, y se pide que se realicen en nosotros los
efectos de estos misterios por medio de la Comunión.
En la tercera oración se pide que la Comunión se convierta
para nosotros en una verdadera protección para nuestro cuerpo y para nuestra
alma y suplicamos también a Dios nos libre de comulgar en pecado.
Domine, non sum dignus, ut intres sib tectum meum ; sed
tantum dic verbo, et sanabitur anima mea
30
La Comunión, unida al Santo Sacrificio del Altar, produce en
el cristiano un aumento de bendiciones y de gracias eucarísticas.
31
Hacer una Comunión Espiritual
La Comunión Espiritual consiste en desear con fe y con amor
recibir a Nuestro Señor en el Sacramento de la Eucaristía.
Se diferencia de la Comunión Sacramental en que en esta
última se recibe la Hostia consagrada, es decir, el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
En cambio, la Comunión Espiritual es un acto de deseo de
recibir la Sagrada Eucaristía.
Fórmula de San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el
Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros
en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente
a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a
Vos. No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.
32
A la Comunión sigue la Communio o Antífona de la Comunión,
que forma parte de la Acción de Gracias.
Ver texto de la Antífona Communio en el propio del día.
33
A ella se agrega la Post Comunión, la oración prescrita por
la Iglesia como parte principal de la Acción de Gracias, y que forma parte del
Propio de la Misa.
Va introducida como siempre por el Dominus vobiscum
34
Ver texto de la Oración Post Communio en el propio del día.
33
Después de la Post Comunión sigue la conclusión de la Misa
que consta de tres partes: despedida, bendición y último evangelio.
El sacerdote, terminada la Post Comunión, vuelve al medio
del Altar lo besa y vuelto hacia la Asamblea la saluda por última vez con el
Dominus vobiscum y, una vez recibida la respuesta acostumbrada, dice Ite, Missa
est.
Se dice como despedida solamente en las Misas en que se reza
el Gloria in excelsis; en las que no lo tienen, la despedida es Benedicamus
Domino (Bendigamos al Señor).
35
La respuesta de la Asamblea es la misma, Deo gratias.
En las Misas de Difuntos se dice, en vez de la despedida,
Requiescant in pace (descansen en paz)”. Y los fieles responden: Amen.
Terminada la despedida, el sacerdote reza una última
oración, en la cual pide a la Santísima Trinidad acepte con agrado el
Sacrificio que acaba de ofrecerse y a la vez, por medio de esta oración, invita
a los asistentes a que examinen su conciencia sobre la manera con que han
participado en el Sacrificio.
Luego bendice a los presentes diciendo: Os bendiga Dios
Todopoderoso, Padre e Hijo y Espíritu Santo.
36
En la Bendición de Dios se cifra la gracia del Santo
Sacrificio. Debemos recibirla con muy grande espíritu de fe.
Pidamos a nuestro Ángel de la Guarda nos alcance esta
bendición.
37
La Santa Misa termina con la lectura del Último Evangelio,
que expresa la idea de la grandeza y excelsitud de Jesucristo.
En algunos casos, se toma como Último Evangelio el de la
Misa de la cual se hace conmemoración.
38
Terminado el Último Evangelio, el sacerdote, arrodillado en
la última grada del Altar, reza las Preces pidiendo la libertad y triunfo de la
Iglesia y la conversión de los pecadores.
39
Salve, Regina, Mater misericordiae;
Vita dulcendo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exules, filii Evae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte.
Et Iesum,
benedictus fructus ventris tui,
nobis post
hoc exsilium ostende.
O clemens,
O pia,
O dulcis Virgo Maria.
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